«Cada kilómetro es como cuando un atleta llega a la meta. Todo por que la investigación no pare». Así narra Izaskun Fernández su día a día en la etapa final del Camino de Santiago, desde la localidad de Sarria hasta la meta. 110 kilómetros en total. El camino se le hace duro, pero va con la mejor compañía, la de su hijo Telmo, y con la convicción de que la investigación del cáncer de mama y de la metástasis merece más fondos y más eco social. De eso sabe mucho la asociación Katxalin, que está detrás de esta nueva campaña para aportar fondos a los investigadores.
Iban a ser más, pero el grupo de mujeres de Katxalin que iba a embarcarse no pudo hacerlo por distintos motivos, siempre médicos.
Tampoco iba a embarcarse Izaskun Fernández, conocida por su labor en organizaciones como Amnistía Internacional o la Red de Acogida Ciudadana, pero terminó imponiéndose la garra que la caracteriza y de la mano de su hijo, «y más lentamente que el resto de los peregrinos», se lanzó el 24 y prevé estar de vuelta el Día de San Ignacio.
«Leí que una compañera de Errenteria estaba recogiendo firmas para llevarlas al Congreso. Me pareció increíble su tenacidad y eso me dio ánimos», explicó Izaskun, que ayer se lesionó «sin gravedad» pero sigue adelante.
Eligió Sarria porque es la mínima distancia para obtener la Compostela, que aspira a recibir el día 30 y que dedicará a las compañeras de Katxalin «que viven siempre con la esperanza puesta en la investigación».
«No hace falta comprar los 110 kilómetros de la etapa», recuerda Izaskun a punto de terminar la distancia que tenía prevista para el domingo. «Lo importante es colaborar y que ese dinero se destine a investigación, ya sean cinco kilómetros (cinco euros), diez…»
Esta vez es el Camino de Santiago, pero Katxalin no pierde la oportunidad de recordar que sin investigación no hay avance. Y en este caso sin sufrimiento tampoco.
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