El fiscal Jorge Bermúdez considera que hay pruebas suficientes para acreditar que el fotógrafo Kote Cabezudo hacía pornografía con menores en un caso en que «el acusado ha mentido desde el principio» y en que las víctimas («no todas las mujeres que trabajaron con él sufrieron abusos») «eran adolescentes o muy jóvenes, sin experiencia previa, se vieron avasalladas y cayeron en una espiral». Por ello en sus conclusiones el fiscal pide una sentencia condenatoria. Por su parte la defensa se mantiene firme en la inocencia del fotógrafo.
Hoy ha comenzado la lectura de los informes del caso Kote Cabezudo en que la Fiscalía decidió duplicar su petición inicial de 121 años y medio de cárcel hasta los cerca de 250 años de prisión. Por su parte la acusación particular, cuyo turno será mañana, reclama finalmente 2.627 años de prisión, 239 más de los 2.388 que pedía inicialmente.
«Hubo intimidación«, ha dicho el fiscal Bermúdez, en referencia a mujeres que decidieron irse de Gipuzkoa para no ser reconocidas, «algo que han repetido diversas testigos». «Una de ellas ha narrado que vivía a merced del fotógrafo, aterrorizada, cayó en la heroína y una vez adicta era capaz de cualquier cosa».
Respecto a la pornografía, ha hecho hincapié en que no se trata de una cuestión «opinable». «En uno de los vídeos una chica lleva una máscara y le masturba. En otro le introducen a ella un artilugio, un ojo de plástico, un huevo. Claro que hacía pornografía», ha insistido Bermúdez, recordando que Cabezudo «se jactó» en el inicio del juicio de que se limitaba a producir fotografía artística.
Además Bermúdez se ha detenido en que en el caso de las menores la pornografía no es nunca asumible ni siendo de común acuerdo. «Las menores no pueden siquiera consentir y prestarse al material pornográfico. Son intocables en materia de derechos de imagen», ha manifestado el fiscal, refiriéndose luego al vídeo de dos menores manteniendo actitudes sexuales explícitas. También se ha referido al «acceso carnal» por parte del fotógrafo, que en su opinión queda de manifiesto en los vídeos vistos durante estas pasadas sesiones.
En el contexto de la difusión de este material, el fiscal se ha referido a jurisprudencia que manifiesta que la propiedad de los negativos no da permiso para su exhibición o venta. Y también a las pruebas que apuntan a que era él exclusivamente quien subía el material a las webs, incluso a las de terceros que luego redirigían a los espectadores y repercutían en más visitas para las webs de Cabezudo. También considera que que éste «no movió un dedo por retirar las imágenes hasta que supo que podía tener problemas judiciales». «Incluso siguió publicando después de 2014 en que cerró sus primeras páginas», ha añadido.
En cuanto a las mujeres, el fiscal ha destacado que «todas han dicho lo mismo desde las primeras denuncias» y que su objetivo ha sido liberarse de que las imágenes continuaran circulando por internet. De hecho ha recordado que una de las denunciantes rechazó cualquier beneficio económico «alegando que nada le va a resarcir de lo vivido».
El fiscal se ha referido al «sufrimiento moral de las chicas», patente en escenas como una en que se ve a una menor intentando apartar las manos del acusado o la de la lágrima de otra de ellas tras hacerle una felación.
Respecto a los testigos, «que no saben nada o no lo vieron», «eran de otro perfil», ha alegado Bermúdez, quien ha recordado que ha habido «contradicciones» en algún testimonio respecto a lo dicho tiempo atrás.
Las tesis del fiscal, en fin, quedarían demostradas, como él insiste, en los 11.000 folios que acumula el proceso y «una evidencia digital abrumadora, inmanejable».
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