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“Buenas noches, Clarice”

30 años después de su estreno, ‘El silencio de los corderos’ sigue siendo un ‘thriller’ que sorprende por su frescura y que nos hace sentir ese escalofrío cuando vemos a Anthony Hopkins como Hannibal Lecter en pantalla

Una de las escenas de ‘El silencio de los corderos’.

Hagamos la prueba. Tres frases: 1. “Uno del censo intentó hacerme una encuesta. Me comí su hígado con habas y un buen chianti”. 2. “Quid pro quo”. 3. «Buenas noches, Clarice”. Puede que incluso sólo una baste para adivinar que quien las pronuncia es uno de los personajes más fascinantes y temibles de la historia del cine, el doctor Hannibal Lecter, en un filme, ‘El silencio de los corderos’, que 30 años después de su estreno sigue sorprendiendo por su frescura, por su intensidad y por ser uno de los primeros thriller (hay incluso quien la cataloga entusiastamente como película de terror) que abordó el tema de la investigación de asesinos en serie que hoy se ha convertido en todo un subgénero cinematográfico. Aunque en realidad, ‘El silencio de los corderos’ es también uno de esos raros ejemplos de películas que saltan de la pantalla y se convierten casi de forma inmediata en parte de la propia cultura e iconografía popular. No hay duda. Todo el mundo sabe quién es el cruel, brillante, perverso, culto, peligroso, inteligente, hiriente, diletante, despiadado y caníbal doctor Hannibal Lecter.

El silencio 2 - “Buenas noches, Clarice”

No obstante, a Anthony Hopkins (y a Camilo García en la versión doblada en España) debemos la sobresaliente creación en el cine de este psiquiatra psicópata (creado por el escritor Thomas Harris) que ya había aparecido previamente en la gran pantalla sin pena ni gloria en ‘Dragón rojo’ (1986), de Michael Mann, interpretado por Brian Cox. Hace unos meses, coincidiendo con el 30º aniversario de la película, Jodie Foster le confesó al propio Hopkins que no tuvo que interpretar mucho en las escenas que compartía con él en el filme, que realmente se sentía asustada en su presencia. Y es que Hopkins, que no fue nunca la primera opción para el papel, vio en Lecter una gran oportunidad para volver a la primera línea y puso (literalmente) toda la carne en el asador para hacer que esos únicos 25 minutos que tiene en pantalla se convirtieran en una presencia absolutamente magnética e inolvidable. ¡Y vaya sí lo logró!

el silencio 4 - “Buenas noches, Clarice”

Desde la primera escena en la celda blindada del hospital psiquiátrico en la que cumple condena recibiendo a Clarice/ Jodie Foster con media sonrisa y movimientos reptilianos, a la apoteosis [atención, spoilers] de su fuga mientras sigue los compases de una composición de Bach y se ‘merienda’ a los agentes que lo custodian, su personaje se convierte poco a poco en el centro de una investigación que se va complicando por momentos cuando secuestran a la hija de una senadora. Sin embargo, gracias a esas preciosas magias de las que se alimenta la mejor historia del cine, Hopkins no está solo en el filme. Obtuvo la réplica perfecta en una brillante Jodie Foster dando vida a la tenaz, ambiciosa, trabajadora, inteligente, sensible, empática y “hortera apañada, pero con cierto estilo” Clarice Starling, una mujer que trata de abrirse camino en un mundo de hombres; fuerte y vulnerable a la vez. Si hay algo mejor en la película que las interpretaciones de estos dos actores es verlos actuar juntos en las escasas cuatro escenas que comparten en la película.

el silencio 3 - “Buenas noches, Clarice” Esa réplica perfecta, esa extraña pareja que componen (“Clarice, van a pensar que estamos enamorados”, le comenta con ironía Lecter); ese juguetón ‘flirteo’ de Lecter y esa colaboración mutua (interesada) que les va uniendo (“quid pro quo, Clarice. Yo te cuento cosas. Tú me cuentas cosas”) nos ha dado algunos de los mejores momentos de un filme (de oscura tristeza) que tiene de todo: acción (la escena en el sótano de Búfalo Bill tiene uno de los montajes más eficaces y emocionantes que recuerdo), suspense; una (desconcertante) escena musical, tensión (los intentos de la joven hija de la senadora por escapar de su cautiverio), algún momento cómico gracias al arrogante del doctor Chilton (que aproveche, doctor Lecter) y hasta un contundente retrato de la sociedad del momento.

30 años después de su llegada a los cines, sorprende comprobar la lúcida y sutil forma en la que ‘El silencio de los corderos’ ya muestra las barreras y estereotipos y al machismo al que debe enfrentarse la mujer en el mundo laboral, pero también la sensibilidad con la que se aborda el tema de las víctimas y cómo, en realidad, ‘reconstruir’ la vida de una de las chicas asesinadas, verla como una persona, lleva finalmente hasta el asesino (“empezamos a codiciar lo que vemos todos los días, Clarice”, asegura Lecter).

El punto de vista interesante de esta trama que Thomas Harris ya escribió de una forma muy cinematográfica (el guionista Ted Tally simplemente se limitó a condensar la historia) es que Lecter es a la vez un peligroso asesino y un aliado.

Visto hoy, este filme dirigido por (el injustamente olvidado) Jonathan Demme (‘Algo salvaje’, ‘La boda de Rachel’) sigue teniendo ese sabor a buen cine hecho con amor a los detalles para espectadores que no se conforman con tomar un papel pasivo en la butaca. Porque ‘El silencio de los corderos’ es una película absorbente, un ‘thriller’ que funciona con la precisión de un mecanismo de relojería pero cuyas piezas debemos ir encajando (para nuestro disfrute) a la par que la protagonista, esa agente del FBI en prácticas, Clarice Starling, a la que la Agencia no tiene reparo en ‘echar a los leones’ (a las ‘fauces’ de Hannibal Lecter) si con eso consigue una pequeña pista para atrapar al temido Búfalo Bill y librarse de la presión mediática.

El silencio 5 - “Buenas noches, Clarice” Todo gracias a una magistral dirección que Demme nunca abordó la producción como un ‘thriller’ ni mucho menos como un título aspirante a ganar los cinco Óscars principales (Mejor Película, Dirección, Actor, Actriz y Guión Adaptado) reservados sólo a un selecto y escaso número de películas y que, por supuesto, consiguió. Frente a otros realizadores que, seguramente, hubieran incidido más en la parte de acción y en un relato más lineal, Jonathan Demme optó por el primer plano y por imprimir un carácter intimista más cercano al cine independiente que había hecho toda su vida que a una gran superproducción hollywoodiense. Pero, sobre todo, hizo una excelente película que no importa cuántas veces se haya visto antes: siempre nos quedaremos embobados ante el gran trabajo de montaje, la sencillez con la que Demme cuenta muchas cosas que se ven y que no se ven en el plano, los interesantes recursos cinematográficos (los planos subjetivos, los diálogos directos a cámara, la incorporación de los ‘flashback’) y las brillantes interpretaciones de todos los actores que contribuyen a crear esa aureola de película única distinta a las demás.

El silencio de los corderos’ es un sobresaliente filme quizá porque es una producción muy personal, hecha con libertad, desde un presupuesto modesto y con el equipo con el que Demme trabajó siempre, y porque tal vez su única ambición fue contar una historia que, en realidad, no es la de encontrar al asesino, sino la de cómo conseguir que los corderos dejen de chillar.

‘Hannibal’ (2001) que dirigió Ridley Scott y en el que Julianne Moore sustituyó (sin mucho éxito) a Jodie Foster y el propio ‘remake’ de ‘Dragón Rojo’ en 2002, ambos títulos con Hopkins, son el ejemplo de que el personaje de Lecter puede seguir ‘tirando de taquilla’, pero que sólo en estado de gracia se consigue hacer una excelente película como ‘El silencio de los corderos’, un clásico que sigue haciendo que un escalofrío se apodere de nosotros cuando oímos eso de: “Buenas noches, Clarice”.


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