Bobbi Relac es el nombre de una persona, pero también el de su banda, que componen el propio Bobbi (guitarra y voz), Jorge López (bajo y coros), Javier Vallejo (batería) y Sergio Ordóñez «Patxuko» (percusión). Se mueven entre Irun y Donostia, el sábado 24 de febrero tocan en Psilocybenea en Hondarribia y los cuatro son veteranos curtidos en muchas otras bandas. Relac toca con Diego Vasallo, Jorge viene de Los Bracco, Vallejo de Paja y ahora toca también en Thee Eliam y Espaguetti, mientras que Ordóñez ha tocado con Joxe Ripiau o Esne Beltza, entre otros. Donostitik ha entrevistado a Bobbi Relac acerca de su cambio de nombre («fue una escisión vital, soy otra persona»), de su faceta como ilustrador («el dibujo es mi entorno natural»)… y deja perlas como ésta: «El Whatsapp lo inventó un demonio cabrón».
Tocáis el sábado 24 en Psilocybenea en Hondarribia. ¿Con otras bandas? ¿Tenéis más fechas cerradas?
Por el momento está confirmado Psilocybenea el 24 de febrero junto a RAMADA INN y luego la Zentral 2 de Iruñea el 19 de abril junto a EDU ERREA. Hay cosas por Araba y Gipuzkoa pendientes de cerrar.
Cambiaste de nombre hace relativamente poco. Con el cambio de nombre, ¿querías marcar un antes y un después o desligarte del pasado?
Bien, más que un cambio de nombre se dio una escisión vital, aquí está otra persona. La vida anterior allí quedó, fue como un sueño. Me llevo algunas herencias y al final digamos que soy un bebé recién renacido en un cuerpo de casi 49 años.
Sueles tocar en la banda de Diego Vasallo. ¿Qué te ha aportado esta relación?
No tenía nada claro que quisiera estar en la banda de otro artista, pero un día quedamos para echar un café (vivimos muy cerca el uno del otro) y hubo gran afinidad, artística y personal. Ahí toco el bajo, el bouzouki y la barítona, que ya es dar rienda suelta a diferentes instrumentaciones que en mis proyectos. Llevamos un rollo pausado, que se hace fácil y fluido, no hay grandes giras pero sí cierta continuidad. Diego tiene un alma inquieta y curiosa, también es una gozada tocar con Andoni y Fer, que son amigos y ambos muy cracks.
Tu otra faceta principal es la de ilustrador. Has dibujado tú la portada del disco, me imagino. ¿La ilustración y la música se complementan bien? ¿Has sentido alguna vez que ves la música o que escuchas cómo suenan tus dibujos?
Sí, la portada la he hecho yo, de hecho tengo diseñadas portadas para discos futuros que todavía no tienen canciones. He pensado muy a menudo en eso de visualizar sonidos y escuchar imágenes, como tú dices. Al final los sentidos forman parte de una misma antena perceptiva, por otro lado me atrae lo indefinido. Lo gráfico y lo sonoro no son más que diferentes manifestaciones de algo que nace de la misma fuente, aunque con otra forma. Digamos que el dibujo es mi entorno natural, también mi meditación, mi paz, y la música es la parte donde se desarrollan la locura y los asuntos de las entrañas, aunque la llevo bien gestionada, cuidada y a día de hoy sin excesos.
En uno de tus temas, el protagonista manda «a la mierda el rock and roll». ¿Es un reflejo de tu postura? ¿Te ha llegado a cansar este género?
Claro que me ha llegado a cansar, me cansan todos los nombres y definiciones, todas las banderas, las chapitas, los identitarismos y el engorile generalizado, artístico y social. Quizás ese tema sí hable un poco del hastío del alma perdida en giras y de los sueños y fantasías del artista. Del tener que sentirse parte de algo por obligación. Yo mismo utilizo la palabra «rock» pero como algo amplio y para nada como bandera o manto definitorio. Estamos vivos, somos seres cambiantes.
Por cierto, ¿cómo definirías vuestro estilo?
No tengo ni idea, la verdad. Supongo que dirán que lo que hacemos con esta banda es rock.
Otra pregunta obligada, ¿cuáles son tus referencias musicales?
Lo mismo le doy a Fugazi que a Dire Straits, a Lobo Eléctrico, Amorphis, Europe, Bryan Adams, Silvio Rodríguez, Lera Lynn, Tom Waits, King Gizzard o The Ventures. Esta semana he estado poniendo la discografía de The Beatles. Algo de música clásica. Me flipa la música exótica. En realidad no sigo a bandas fijas, me da por temporadas. Los últimos años he escuchado bastante música andina y folklores del mundo. Disfruto mucho viendo vídeos de youtube de particulares tocando sus instrumentos asiáticos, africanos o de Oceanía. Quizás lo que más me mola son las bandas sonoras. Y ando bastante inmerso en lo que llaman música concreta y experimental. Cualquier sonido de un riachuelo o una bandada de pájaros, las máquinas del taller…
El álbum se llama «El final y el principio’. ¿Reivindicas el concepto de álbum y la escucha completa de este formato?
Al menos por el momento tengo fijación por crear una obra holística, gráfica y sonora. Soy amante de esas criaturas, de su olor, de su aroma, de sus historias. A día de hoy tengo temas para unos cuantos álbumes, tanto instrumentales como cantados, que voy ordenando para darles una coherencia y un color en sus respectivas cajitas. Sí, disfruto mucho de eso. Dicho esto, también me parece genial quien saca single a single y listo.
¿Lo habéis editado en vinilo y/o CD?
En físico sólo está disponible en formato vinilo de cara a los conciertos. Quien quiera escucharlo sin tener pletina lo puede encontrar en todas las plataformas digitales.
Utilizas sobre todo la segunda persona en tus letras. ¿Qué quieres mover dentro del oyente?
En estas canciones ha salido así. Aparecieron en mitad de una metamorfosis, de una profunda herida, de un cambio brutal. Al final hablar con uno mismo casi se parece a hablar a otros, somos la misma carne y me sigue intrigando esa aparente dualidad en la que vivimos a veces. Puede ser que sea una especie de abstracción, de ver las historias desde afuera. También me aburre mucho el yoísmo y el contar las propias penas, no sé si quiero remover algo en la gente, no es mi intención, tengo muy claro que lo que hago, lo hago para mí mismo. Y sí, me remueve. Sea lo que sea lo que haga, porque también te digo que, en perspectiva, este disco que se hizo en el verano de 2023 tengo la sensación de no haberlo hecho yo, no sé de dónde salieron esos acordes y esos textos, recuerdo paseos bonitos y recuerdo tardes peleando con los programas de audio. Poco más.
Me comentan que no tienes móvil. ¿Cómo es eso?
Quizás algún día vuelva a hacerme con uno, ahora mismo no congenio con ese artilugio y vivo muy tranquilo sin él. Para el trabajo y otros menesteres funciono de maravilla por email y por las redes, pausado y sin ansias. El whatsapp creo que lo inventó un demonio, pero un demonio cabrón.
Deja un comentario