El pasado domingo 22 de octubre una multitud recorrió las calles de la Parte Vieja de Donostia para exigir “un cambio de rumbo hacia el decrecimiento turístico”. En un día soleado, la marcha reunió a cientos de personas convocadas por la plataforma Bizilagunekin, que durante todo el mes había llevado a cabo una batería de iniciativas (charlas, movilizaciones, mesas redondas) englobadas en el marco de una campaña a la que denominaron “Octubre contra la turistificación”. La protesta fue un éxito. La manifestación contó con el respaldo de cerca de 30 colectivos y asociaciones, desde sindicatos y grupos vecinales a ecologistas, defensores del patrimonio arquitectónico como Áncora, Stop Desahucios, los movimientos Satorralaia contra el metro, SOS Manteo, Donostiako Bilgune Feminista…
En los últimos tiempos Bizilagunekin se ha erigido en el dique de queda del turismo masivo en Donostia. Un heterogéneo grupo de vecinos con “diferentes puntos de vista, ideologías y actividades” que crearon la entidad en 2018 y se muestran altamente “preocupados por el modelo de turismo que vive la ciudad”. Suyas son algunas de las acciones más llamativas sobre esta cuestión, como las pancartas Welcome to Pintxoland que colocaron recientemente en la Parte Vieja junto al reparto de miles de folletos. Desde esta plataforma, también muy activa en sus redes sociales, luchan asimismo contra algunos de los principales problemas derivados de la masificación turística: el ruido, la apertura de hoteles y la proliferación de pisos vacacionales con el consiguiente aumento del precio de la vivienda, etc. Asier Basurto, uno de los portavoces de Bizilagunekin, responde al cuestionario.
¿El boom turístico ha removido el tablero inmobiliario en Donostia?
Totalmente. Hace mucho que en Donostia sufrimos el problema de la vivienda, pero estos últimos años, en paralelo con el proceso acelerado de turistificación de la ciudad, la situación ha pasado a ser una emergencia. La expulsión del vecindario de sus barrios es masiva, tal y como corroboran los informes públicos. Han llegado los fondos buitres, han vuelto los desahucios…
¿Qué se puede hacer para frenar o terminar con esta inercia?
Las instituciones públicas se niegan a intervenir el mercado de la vivienda por mucho que el problema social esté diagnosticado y sea sangrante en el caso de Donostia. Siguen defendiendo que se haga negocio con un bien que está reconocido por la ley como derecho universal. Con las regulaciones de hoteles y pisos turísticos han tratado de acallar las reivindicaciones, pero no han parado su proliferación. Las únicas propuestas que les interesan son las que conllevan nuevas construcciones, porque acarrean inmensos negocios.
Hay una Ley de Vivienda aprobada en el Congreso en abril y también una presión social cada vez mayor a favor de establecer ciertos límites.
Hay que servirse de las oportunidades que ofrece la Ley de Vivienda estatal: se debe declarar toda la ciudad zona tensionada y regular el precio del alquiler. Respecto a lo que está más directamente relacionado con el turismo, hemos propuesto varias medidas para regular, hacer decrecer y llegar a la prohibición total de las viviendas turísticas. Son más que las viviendas proyectadas en los cuarteles de Loiola y deberíamos tratar de incorporarlas al mercado de alquiler habitacional. No podemos permitir que algunos hagan ese inmenso negocio a costa del mayor problema social de la ciudad. A parte de eso, habría que gravar las viviendas vacías de manera que no compensara especular sin darle uso y se forzara su alquiler.
La promoción de viviendas nuevas en Aldapeta Berri, los proyectos exclusivos de la plaza Cataluña, Ijentea y Moraza… ¿El afianzamiento del stock de pisos de lujo en la ciudad ha venido para quedarse?
El mercado ha girado hacia ese espectro porque se ha impulsado así o, por lo menos, se ha permitido. Los discursos que hablan de estas tendencias como hechos incuestionables y fenómenos inmodificables son interesados y provienen de los sectores que salen ganando. Al igual que llaman turismo de calidad al turismo para ricos, ¿estos son habitantes de calidad? La elitización deja a la población local fuera de juego en su propia ciudad en lo que respecta a la vivienda y, en general, en los precios de consumo.
¿El derecho a la vivienda está garantizado en esta ciudad?
Vista la innegable emergencia habitacional que sufrimos en Donostia hay que tomar cuantas medidas sean necesarias para garantizar el derecho a la vivienda de la ciudadanía donostiarra y la pervivencia de las redes comunitarias de sus barrios.
¿Donostia tiene el riesgo de convertirse en una especie de Marbella, donde imperan el lujo y el despilfarro a costa de sus vecinos?
No hace falta tener que compararse con Marbella para afirmar que el proceso de elitización que sustenta el modelo actual de turismo en Donostia está afectando gravemente la vida en la ciudad. Los procesos de turistificación son un fenómeno global que se da en realidades locales distintas, pero que al final tiene las mismas consecuencias en todos los sitios: expulsión de sus vecinos, gentrificación, debilitamiento de las redes comunitarias, destrucción de espacios naturales… Marbella tiene el componente de famoseo y show que no vemos por ahora aquí. Donostia no es Marbella, ni Barcelona, ni Venecia, pero la actual Donostia tampoco es el modelo de ciudad que queremos y es eso último lo que hay que poner en el foco del debate.
¿Qué supone la turistificación?
Hay que tener muy claro que la turistificación de las ciudades destruye aquello que trata de vender. Lo que somos, la manera en la que vivimos, el entorno en el que nos encontramos es lo que nos hace atractivos para turistas e inversores. Los elementos más auténticos de Donostia a nivel social, cultural y natural están en peligro por eso mismo. La industria turística extrae esa riqueza de los lugares que explota y los dejar convertidos en meros decorados homogeneizados. Está en nuestras manos reaccionar, parar esta dinámica y emprender una transición hacia el decrecimiento turístico.
¿De qué hablamos exactamente con el concepto decrecimiento? ¿De no promocionar la ciudad desde las instituciones? ¿De cerrar camas? Parece imposible.
Estamos hablando de partir desde un punto consensuado: la actividad turística ha crecido demasiado y eso acarrea consecuencias que hacen peligrar las condiciones de vida de las y los donostiarras. Desequilibra el modelo de ciudad a nivel social, económico, cultural y medioambiental. No es posible llegar a una situación sostenible mientras la actividad turística siga creciendo. Es lo que opina la mayoría de los habitantes de la ciudad, como constató el estudio encargado por Donostia Turismo publicado en septiembre de 2022. Ahora solo falta que las instituciones públicas, que deberían actuar según la voluntad popular, tomen medidas y pongan límites a quienes se lucran con esta situación.
En abril de 2019 lanzasteis 16 propuestas hacia el crecimiento turístico. El decrecimiento ha sido un tema tabú de la agenda política…
Ha llovido mucho y, como dices, rompimos un tabú. Pero el tiempo nos ha ido dando la razón y lo que se percibía como extremismo por parte de ciertos sectores se ha ido revelando como una batería de medidas adecuadas y responsables con la gravedad de la situación. A partir de ahí, creemos que se debería de emprender una transición que afecte a todo el modelo de ciudad, con la implicación de agentes públicos, privados y sobre todo comunitarios. Hay que poner límite a la proliferación de hoteles y pisos turísticos y plantearse la opción de reducir el número de plazas ofertadas. Hay que regular los pisos turísticos de manera que se reduzca progresivamente su cantidad hasta hacerlos desaparecer. Hay que poner en marcha programas para fomentar empleo en otros sectores y facilitar la transición a trabajadores que hoy en día están en el sector turístico. Hay que blindar los entornos naturales y el patrimonio arquitectónico para que no puedan verse perjudicados por proyectos turísticos de lucro particular. Hay que promover todo lo que enriquezca y alimente los lazos comunitarios de la ciudad y sus barrios…
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