Aitor Kortxo dice que el suyo es el local de las tres erres. “Ni rabas, ni reggaeton, ni Ramoncín”, bromea en un soleado día de otoño sentado en la terraza que ha montado a pie de calle, pegada, a un palmo, del bidegorri de Herrera. Bizargorri (avenida Alcalde José Elósegui, 133) abrió hace ahora siete años coincidiendo con la celebración de la Behobia-San Sebastián y la inauguración del carril bici que discurre asomado a la carretera general y que conecta con el centro de la ciudad. En bares como este se articula la vida en la periferia donostiarra, con un pie y medio en Pasaia.
Dentro hay continuos guiños a los piratas de los tiempos heroicos de Barbanegra: banderas, calaveras, parches y hasta un loro de juguete. De fondo suena rock duro y en la única televisión del comedor una frase con letras rojas muestra las preferencias musicales como si fuese un eslogan: Old School of Rock. A su lado, algunos grupos cañeros como Mötley Crue, Poison, Skid Row o Scorpions acompañan la frase de viejo roquero de la pantalla; un buen argumento para recibir a los clientes con ánimo.
Kortxo se declara fan de Metallica y de Iron Maiden, una banda que, dice, “escuchan las amoñas cuando vienen a tomarse el cafecito”. El punk-rock ortodoxo de la escena Buenavista y grupos zarauztarras como Estigia y Anestesia también entran en su nómina de favoritos. Así que en lugar de preocuparse por los partidos de la Liga (“pusimos un Barcelona-Madrid y no vino nadie”), ponen videoclips. También ha acogido algunas veladas acústicas como la de Xabi, de Señor No, espectáculos de magia y actuaciones de pequeño formato del Festival de Teatro de Bolsillo. En primavera se espera que se retomen las actividades culturales suspendidas por la pandemia.
El anterior establecimiento estuvo “15 años cerrado”, apunta este hostelero apodado Kortxo. “Empezamos desde cero y nos encontramos con una normativa Donosti 2.0, te la puedes imaginar. Estuvimos un año de obras y retiramos 75 toneladas de escombro”, recuerda. Su antiguo socio se marchó y su pareja actual, Amaia Rubio, se ha convertido en la “mano derecha” de un hombre sonriente que durante la sesión de fotos mira desafiante al tucán del colorista mural de fuera. Alfredo, «el cocinero 4×4» y Kaba, que se encarga de los repartos a domicilio y «de lo que se tercie», completan el equipo de trabajo del Bizargorri.
Bien conectado con la escena punk y hardcore de la sala Mogambo, empezaron a servir platos veganos porque «muchos colegas lo son» y por grupos de música de Madrid y Barcelona que reclamaban comida y bebida veggie. “El veganismo ha venido para quedarse”, sostiene el dueño del Bizargorri, en referencia a este tipo de alimentación que rechaza la carne de origen animal. La apuesta por los vegetales es otra de las características del local y una de las razones por la que tanto “guiris” como vecinos de los municipios de alrededor se decantan por este lugar. “Viene mucha gente de Hernani, Irun, Oiartzun, Errenteria…”, enumera.
Al mismo tiempo, también ofrecen platos combinados y raciones con carne y pescado, paellas por encargo, pollos asados, bocadillos enormes del tamaño de una barra de pan… Los precios de la carta son asequibles. ¿Ha cambiado algo en todo este tiempo? “La gente te va guiando, pero la esencia es la misma”, responde. Además del bar de las tres erres, Kortxo dice que también es el bar de los dos nombres: “Bizargorri y bi izar gorri (dos estrellas rojas, en euskera). Da juego”.
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