Por segunda vez la asociación patrimonialista Áncora ha pedido la paralización de las obras del Bar Barandiarán. Esta vez (la primera fue por la «destrucción del interior y picar el revestimiento externo de mármol sin autorización, lo que conllevó una sanción») ha sido «al detectar la asociación que las nuevas fachadas no corresponden al proyecto aprobado por Diputación. Las alteraciones son perceptibles a simple vista», denuncia Áncora. Y se refiere concretamente a las medidas de las vidrieras, que habrían sido «amputadas».
Vuelve a ser objeto de polémica la remodelación del Barandiarán, uno de los locales hosteleros con más solera de Donostia y, en palabras de los expertos de Áncora, «el mejor local Art-Déco de Gipuzkoa«. También el último café histórico que quedaba en la ciudad. El establecimiento, por cierto, fue proyectado en 1925 por el arquitecto Pablo Zabalo.
«Este nuevo episodio», denuncia Áncora, «se produce después de que los actuales propietarios destruyesen su interior y picasen el revestimiento externo de mármol sin autorización». Estos hechos motivaron una primera suspensión de los trabajos el pasado mayo, con la consiguiente apertura de un expediente sancionador y la obligación de reconstruir sus dos fachadas, orientadas a la calle Mayor y alameda del Boulevard.
Superado ese incidente ha surgido otro, y la asociación vuelve a pedir que se tomen medidas.
Recuerda Áncora que los propietarios del local contrataron una empresa especializada en la restauración de mármoles y en agosto presentaron el proyecto de restitución de la envolvente, redactado por los arquitectos Fernando Gárate y Unai Aldama (FIARK). «La propuesta obtuvo el visto bueno al garantizar la conservación de las seis vidrieras históricas y replicar los paños exteriores con los mismos materiales y dimensiones originales, manteniendo intacta su imagen«, dice Áncora.
Sin embargo la asociación denuncia que «la sorpresa» ha surgido al detectar que «las nuevas fachadas no corresponden al proyecto aprobado por Diputación». «Las alteraciones son perceptibles a simple vista si comparamos las fotografías previas a la intervención con el estado actual. Se han modificado arbitrariamente las medidas de los huecos, desafiando cualquier regla compositiva y estética. Las ventanas son ahora más pequeñas, y el ensanchamiento de las jambas resulta muy evidente. Las vidrieras de Mauméjean ya no encajan en los marcos, optándose por recortar a la brava todos sus laterales o extremos».
En este punto Áncora informa de que el valor histórico-arquitectónico del local se ha visto «drásticamente afectado». «Las obras no son legalizables al infringir una disposición de rango superior (Ley de Patrimonio Cultural Vasco) y el Ayuntamiento deberá ordenar la refacción de los huecos con sus medidas primitivas».
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