Por tercer año consecutivo, y esta vez con balance positivo, se ha desarrollado de la mano de Aranzadi un control biológico de la procesionaria en diferentes zonas de la ciudad. Esta oruga considerada como plaga es un lepidóptero que se alimenta de las hojas de las coníferas, a las que causa importantes afecciones.
«En 14 zonas de la ciudad, junto a los árboles que ya tenían las trampas para la procesionaria, se han dispuesto 219 cajas nido para favorecer el anidamiento de estas aves. Cada caja nido ha sido controlada en tres ocasiones en la época de cría para ver si estaba ocupada», explicó el concejal de Mantenimiento Urbano, Miguel Ángel Díez.
Además de las ‘trampas’ que se colocan en el tronco del árbol mediante bolsas a las que son conducidas para impedir que lleguen al suelo, el Ayuntamiento viene aplicando remedio Biológicos, como los depredadores naturales, especialmente pájaros como el carbonero común o el herrerillo común, que se alimentan de estas orugas. Se calcula que una pareja de aves insectívoras captura entre 1.500 y 4.000 insectos para alimentar a sus crías durante la ocupación de estas cajas nido.
«Un 46.12%, es decir 95 cajas nido, han sido ocupadas bien por carboneros o herrerillos. El parque ubicado junto a las universidades es el que mayor ocupación ha registrado, mientras que los de Aitzol o el de Amara (junto a las subdelegación del Gobierno), apenas han tenido ocupantes», señaló Díez.
Teniendo como referencia diversos estudios de especialistas que consideran exitoso un 30% como tasa de ocupación para este tipo de experimentos, los expertos han concluido que los resultados de San Sebastián son muy buenos.
El experimento se viene desarrollando desde 2018 en colaboración con el Departamento de Ornitología de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Durante los meses de octubre a diciembre se procede a limpiar el interior de las cajas nido para que estén preparadas de cara a la próxima temporada, ya que si las aves las encuentran sucias, no anidan.
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