Hace varios meses el barco pesquero francés Vincent Galland capturaba al sur de irlanda un ejemplar de bonito. El pez medía 85 cm, pesaba 11,6 kilos… y guardaba una sorpresa. En sus entrañas escondía una marca electrónica, un pequeño dispositivo de rastreo, que había colocado dos años antes el investigador marino Iñigo Onandia a bordo del bote de pesca de su padre Román, a 12 millas al norte del Abra de Bilbao. El ejemplar medía entonces 70 centímetros y pesaba cerca de 7 kilogramos.
Una vez recuperada, la marca fue enviada a los laboratorios AZTI, donde a los investigadores les esperaba una nueva sorpresa: por primera vez había quedado registrada la ruta migratoria de un bonito juvenil durante dos años consecutivos.
“Es el primer caso en el que se ha podido introducir una marca electrónica en un bonito del Atlántico y que ha sido recuperada más de un año después. Esto nos ha permitido tener en nuestras manos información desconocida sobre esta especie. Sabíamos que desaparecía en otoño y en primavera, pero no dónde hibernaba”, explica Iñigo Onandia, experto en gestión pesquera sostenible de AZTI.
En concreto, la marca electrónica empleada cuenta con tecnología que permite medir variables como la profundidad a la que se sumerge el pez, la temperatura (del agua y dentro del atún) y la intensidad de la luz. De esta manera, los expertos del centro tecnológico pueden estimar la ruta migratoria del ejemplar desde que fue marcado.
Los datos recabados evidencian por ejemplo las visitas sucesivas al golfo de Bizkaia durante veranos consecutivos de los bonitos juveniles y muestran su destino de hibernación, lo que contribuye a aumentar el conocimiento científico sobre el ciclo de vida del atún blanco.
“Durante el invierno el bonito visita zonas atlánticas muy lejanas (al oeste) donde habita a profundidades considerables (hasta varios cientos de metros, donde se pesca con artes de palangre), mientras que durante su visita al golfo de Bizkaia se distribuye cerca de la superficie, donde se captura con artes de cebo vivo, cacea y arrastre pelágico”, añade el investigador de AZTI.
Mejorar la gestión pesquera
Esta recuperación de marca forma parte del actual programa de marcado de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT) para el atún blanco del Atlántico, que ha sido financiado por la Comisión y la Unión Europea (Acuerdo de subvención – Fortalecimiento de la base científica para la toma de decisiones en ICCAT).
En el marco de esta iniciativa, AZTI lidera, en colaboración con otros centros de investigación, el programa de marcado electrónico del bonito. Para ello también cuenta con la necesaria participación de los pescadores, que remiten al centro las marcas electrónicas recuperadas durante las campañas pesqueras.
Esta tecnología de trazabilidad se implanta de manera quirúrgica en la cavidad peritoneal de los peces y posibilita realizar un seguimiento detallado del medio en el que se encuentra y una estimación de la trayectoria recorrida.
Así, centros como AZTI obtienen datos independientes de la pesca sobre la biología y la ecología de las especies con el fin de contribuir a la mejora de la gestión pesquera.
“La definición precisa de la estructura poblacional y las migraciones resultan importantes para minimizar la incertidumbre en la evaluación y la consiguiente gestión óptima de las campañas pesqueras. Por ello, metodologías como el marcaje y esta recaptura de ejemplares constituyen una pieza de gran valor para mejorar el conocimiento científico de especies como el atún, de tanto valor para la economía pesquera del País Vasco”, concluye Onandia.
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