Unas deliciosas praderas de altura, tapizadas de verde inmaculado, se acurrucan bajo una de las montañas mágicas de la vieja tierra de los vascos. Un pequeño vallecito que se eleva sobre los 1.000 metros de altitud, custodiadas por los impresionantes paredones pétreos de Aldamin, se trata del bellísimo paraje de Arimegorta. Ir al blog
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Arimegorta, el sel de las ánimas
Su propio nombre ya nos habla de su peculiaridad, cercana a lo sagrado, Arimegorta, se podría traducir como “sel de las ánimas”
Monolito en la majada
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