(Ana Burgueño/EFE). Cuando en 2018 el Festival de Cine de San Sebastián decidió catalogar su archivo nadie tenía una idea muy precisa de lo que se había acumulado durante las más de seis décadas de historia del certamen en un almacén de Martutene ni del grado de deterioro de los materiales, sobre todo de los más antiguos.
Dada la difusión y la atención mediática que el Festival ha recibido siempre, tampoco se esperaban muchas sorpresas entre las decenas de miles de documentos que se habían ido apilando edición tras edición.
Pero lo que se encontró fue «un tesoro» que daba la razón a quienes bautizaron el proyecto como «Zinemaldia 70. Todas las historias posibles» porque se abrían múltiples oportunidades para bucear en su pasado desde un sinfín de miradas, con la idea además de compartirlo con el público en el septuagésimo aniversario del certamen que iba a celebrarse en 2022.
La relación entre Luis García Berlanga y el Festival, que nunca programó sus películas en la Sección Oficial, es un ejemplo de los estudios que se han gestado a la par que se iba desempolvando el archivo.
Esa «dimensión crítica» con la que el certamen ha comenzado a abordar el análisis de sus fondos de la mano del departamento de Investigación de Elías Querejeta Zine Eskola (EQZE) requería, sin embargo, de una ardua tarea de conservación previa, dado el mal estado de los materiales, guardados con celo para evitar que se desperdigaran pero sin las condiciones adecuadas para preservarlo.
El equipo de salvamento
El inicio del proyecto coincidió con el de los cursos de postgrado de la EQZE, algunos de cuyos estudiantes han ido conformando equipos para investigar el archivo, mientras que las ya exalumnas Anna Ferrer, Andrea Sánchez y Lorena Soria -la primera hasta febrero de 2021 y la última desde marzo de ese año- se han encargado de las labores de restauración y conservación como tituladas en la materia y especialistas además en documentos gráficos.
A la cabeza de todos estos grupos está Pablo La Parra, coordinador del departamento de Investigación de EQZE y corresponsable asimismo del área de Pensamiento y debate del Zinemaldia.
«Hemos garantizado la preservación a largo plazo de todo lo hallado en Martutene», asegura La Parra a EFE, que califica la labor desarrollada por las conservadoras de «completamente imprescindible», un tipo de trabajo «muy a menudo invisibilizado, la mayoría de las veces realizado por mujeres y al que no se da la importancia que tendría que tener».
Antes de descubrir documentos como un contrato de prácticas que el Festival hizo a Víctor Erice, o cartas de cineastas como el español José Val del Omar y el lituano-estadounidense Jonas Mekas, las restauradoras estuvieron inmersas en un mundo de grapas y clips oxidados, adhesivos degradados y papeles y fotografías deteriorados por el tiempo y una humedad ambiental «disparadísima».
Lorena Soria asegura que la práctica totalidad presentaba «infecciones importantes» por bacterias y otros microorganismos, lo que hacía inviable su trasladado directo al depósito de la Filmoteca Vasca, a la que se ha encomendado la custodia de los fondos, por lo que se habilitó un espacio en el centro de cultura contemporánea Tabakalera, que a día de hoy sigue haciendo de laboratorio porque el trabajo de restauración y conservación continúa.
Frustraciones y sorpresas
Hay muchas fotografías con signos de deterioro, pero en ninguna el daño ha afectado a la totalidad de la imagen, señala Soria, que durante el trabajo con los carteles que han ilustrado cada edición del certamen fue frustrante comprobar que la colección no estaba completa -faltan de los periodos 1953-1959, 1962-1967 y 1969-1972-.
La gratificación llegó al descubrir que existían ocho bocetos originales firmados por sus autores, realizados con distintas técnicas. También han encontrado originales de pequeño formato enviados desde diferentes puntos de España de propuestas de carteles para la edición de 1960, en que se convocó concurso.
Para Andrea Sánchez, que ha estado en el proyecto desde el inicio, lo más difícil fue precisamente eso, el comienzo. Plantear la metodología, elegir los materiales de acondicionamiento que iban a utilizar y calcular el tiempo que iban a emplear en el trabajo «fue lo más complejo».
«Agradecido es todo. Ver los contactos de las fotos, ver todo separado, recortado, no tenía ningún sentido. Pero luego, después de reconstruir hojas enteras de contactos y reconstruir reportajes para la catalogación fue superagradecido», relata.
Y es que a estas expertas en restauración y conservación se les ha encomendado también esa labor. «No estaba previsto -señala La Parra- pero habían pasado por sus manos literalmente todos y cada uno de los materiales del archivo. Tenían en sus cabezas un conocimiento valiosísimo y haber renunciado a eso habría sido una irresponsabilidad por nuestra parte», remarca.
Identificar a las «señoras de»
En el trabajo de catalogación está implicado un equipo mayor. El cometido de Andrea Sánchez y Lorena Soria está centrado en el fondo fotográfico, compuesto por 55.000 imágenes, y lo desarrollan a la vez que la labor de conservación. Se enfrentan muchas veces a imágenes sin información, por lo que la identificación es todo un reto.
Dentro de ese apartado hay algo así como un subgénero de «señoras de», mujeres que acompañan a los hombres de las fotos y que, destaca Soria, han supuesto una de las mayores dificultades en el proceso de identificación porque no siempre son las esposas de los retratados o son más que meras esposas de los retratados, lo que habla también de la mentalidad de una época.
Es el caso de una imagen de Vittorio Gassman, bien identificado él y no así su acompañante, Diletta d’Andrea, que además de su pareja, era también actriz.
«Marcan» a las personas que no se ha podido identificar para que en un futuro filtrado se las vuelva a tener en cuenta, dice Andrea Sánchez, porque a lo hecho hasta ahora se le podrá dar «nuevas vueltas». «Es lo bonito del archivo, que es abierto y vivo», añade.
Y más vivo desde el pasado diciembre, cuando se colgaron más de 4.000 documentos en la web artxiboa.sansebastianfestival.com, una página que podrán consultar tanto ciudadanos como profesionales e investigadores.
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