En ‘Apuntes para una película de Atracos’ el cineasta León Siminiani se marca como objetivo conocer a un célebre atracador de bancos. El flako, apodado ‘El Robin Hood de Vallekas’, cumple condena en la cárcel de Soto del Real por siete robos entre 2010 y 2013. Es un experto butronero. Aprendió con su padre a colarse por cloacas y hacer agujeros en paredes. Comienza así una curiosa relación epistolar entre ambos que culmina cuando el arrestado disfruta al fin del tercer grado penitenciario y pueden verse las caras. Durante un paseo en coche por el centro de Madrid, El flako le muestra algunos trucos y detalles del oficio.
-Esta calle de abajo es transitable.
-¿Y qué quiere decir eso?- pregunta Siminiani.
-Que puedes transitar por abajo, por el subsuelo.
No se sabe si El flako habría dado el visto bueno al intento de robo del banco Santander esta semana en Irun. La sucursal bancaria -que por un lado da a la calle Luis Mariano y por otro a la plaza del mismo nombre- se encuentra en pleno meollo urbano. En esta zona de bares, cafeterías, oficinas y tiendas, el tránsito de personas es continuo. También en pandemia. A menos de cien metros de la sucursal bancaria, en la plaza del Ensanche, hay una comisaría de la Policía Nacional.
“Es de imbéciles hacer un butrón enfrente de la policía”, dice un cliente del bar Sirimiri, a escasos metros del Santander, mientras pide un café. “¿Ya han cogido a los ladrones?”, dice otro. “¿Se sabe si se han llevado dinero?”, pregunta un tercero. “Sí, 100 euros”, responden en broma. Aquí, en realidad en todo Irun, no se habla de la final de la Copa ni de las revelaciones de Rocío Carrasco. No hay mucha información contrastada más allá de que la Ertzaintza está buscando a los autores del delito. Es el tema estrella: un atraco a una sucursal bancaria. Ladrón de bancos y técnica del butrón son palabras que parecían extinguidas y que en plena era digital han vuelto a recobrar protagonismo.
Miren Fernández, dueña del Sirimiri, fue de las primeras personas en llegar a Luis Mariano. Eran las 8 de la mañana del jueves. Para entonces un espectacular dispositivo policial se había adueñado de la zona.
“Tuve que dar la vuelta y me encontré con los empleados del banco Santander. Les pregunté si estaban todos fuera y si estaban bien; me dijeron que sí”, explica. Según su versión, la directora había salido de la oficina a todo correr al ver que estaban robando en el interior y “le pidió a un chico que estaba arreglando una farola que llamase a la Ertzaintza”. Hasta las 13:15 todos los comercios de Luis Mariano permanecieron cerrados, incluida la heladería Papperino, que hace esquina con la avenida Gipuzkoa.
“Está precintado, no puedes acceder” es lo que la policía le dijo a Cristina cuando se disponía a entrar al estanco Luis Mariano donde trabaja.
El comercio está pegado el portal número 6, que a su vez es anexo al banco. El golpe empezó aquí. Nadie tuvo que bajar a ninguna alcantarilla como hacía en su día El flako. Los atracadores abrieron el portal, subieron unas escaleras, atravesaron el pasillo y, a la altura de los ascensores, abrieron la puerta marrón de los contadores de luz.
La operación, orquestada de madrugada, ya estaba en marcha. Aprovechando que las dos primeras plantas del edificio son oficinas, hicieron un boquete que conectaba directamente con la sucursal. Nadie se percató de nada. Horas más tarde, a las siete de la mañana, llegaría la directora de la oficina y descubrió el pastel. “El agujero era así de grande”, dice un señor abriendo las manos en el bar Sirimiri como si fuera una película de polis y cacos. Unos metros más allá, en el interior del Santander, una mujer limpia el suelo y un hombre lleva una hora reparando un cajero destripado. Han entrado a robar en un banco con un butrón en 2021 y en Irun nadie habla de otra cosa.
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