La asociación patrimonial Áncora advierte sobre el inminente derribo de la villa Celayenea en la Avenida de Ategorrieta, «que viene a dar continuidad a una interminable sucesión de demoliciones con claro propósito especulativo». E incide en que en dos legislaturas han sido destruidas 25 villas históricas.
Celayenea fue incluida en el Inventario de Villas que realizó Áncora en el año 2017, clasificándola como «elemento de protección indispensable».
En diciembre de 2018 fue objeto de una suspensión cautelar de derribo acordada por el Ayuntamiento, al considerar que era portadora de valores que merecían analizarse de forma individualizada. «Esa valoración no llegó a efectuarse jamás y quedó excluida del catálogo sin justificación aparente», denuncia Áncora.
La falta de motivación de la decisión administrativa en este supuesto fue uno de los argumentos esgrimidos por Áncora para recurrir la revisión del PEPPUC (procedimiento ordinario 478/2021 ante la Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 2ª). «El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco no ha dictado sentencia todavía, pero Urbanismo ha concedido ya su demolición, mediante licencia expedida el pasado 2 de agosto. La asociación ciudadana considera que la actuación municipal es temeraria y podría generar responsabilidad para la concejala firmante del derribo».
25 villas derribadas en Donostia
La nueva ordenación propuesta en el Nº57 de la Avenida de Ategorrieta rompe, en opinión de Áncora, con la identidad arquitectónica y el equilibrio paisajístico del entorno, al alterar la relación entre espacio verde y volumen construido.
«El proyecto conlleva la desaparición del jardín y el hormigonado completo de la parcela para obtener tres viviendas unifamiliares adosadas con sus respectivas piscinas y garaje», denuncia la asociación, añadiendo que «el gobierno municipal que preside Eneko Goia ha derribado más de 25 villas históricas en sus dos mandatos, incluyendo otra casa de campo también proyectada por José de Goicoa: la desaparecida Villa Stella Maris, sustituida en 2018 por un supermercado de la cadena Aldi».
La historia
La villa Celayenea sobre la que la Áncora pone el foco tiene su origen en el caserío del mismo nombre, que se levantaba en el borde de la antigua Calzada de Pasajes. Históricamente perteneció al linaje de los Sáenz Izquierdo, dueños de numerosas fincas rústicas y del Palacio de Aliri en la Parte Vieja, que constituía su morada principal. En el último cuarto del siglo XIX el entorno de Ulía experimentó una notable revalorización por efecto del veraneo, al transformarse las explotaciones agrícolas en elegantes casas de campo.
En aquel momento don Juan Sáenz Izquierdo era Teniente Coronel de Ingenieros, condecorado por sus servicios durante la Guerra de África y en la isla de Cuba. Había dirigido trabajos de fortificación durante la última guerra carlista y tras obtener su retiro encargó a José de Goicoa que renovase Celayenea, edificando una moderna villa en sus pertenecidos.
Goicoa es muy conocido por su decisiva contribución a la configuración urbana de San Sebastián. Fue arquitecto municipal en el cambio de siglo, siendo autor de la Plaza del Buen Pastor y del Palacio de la Diputación Foral. Proyectó equipamientos públicos tan relevantes como el cementerio de Polloe, el mercado de San Martín o las escuelas de las calles Urbieta y Aldamar. Dirigió la construcción del Palacio de Miramar por encargo de la reina María Cristina y realizó las parroquias del Antiguo y de Gros.
El arquitecto aprovechó el arco de entrada del viejo caserío, compuesto por gruesas dovelas de piedra, integrándolo en el cierre perimetral de la propiedad. La villa se yergue sobre una terraza elevada, soportada por cinco arcos de medio punto y tiene planta en forma de «L», con la fachada principal orientada al Suroeste y precedida por un jardín. Es una arquitectura de estilo ecléctico que se inspira en modelos medievales: son características las ventanas ojivales o con alfices, el hastial escalonado y la torre almenada de su fachada posterior. Presenta cubiertas de teja plana y acusada pendiente, rematándose mediante una cruz de piedra sobre el piñón que le da el aspecto de una romántica capilla.
La parcela, de 1.293 m2, ha conservado su configuración original y viene precedida por un espacio delantero, delimitado por frondoso seto de pittosporum, con ejemplares de haya y roble. «Junto al interés histórico y arquitectónico de esta casa, hay que valorar su aportación al conjunto urbano: la armonía que representa la alineación de edificios de similar época y escala con idéntico retranqueo ajardinado, formando una secuencia coherente».
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