«En un clima de terror se impuso un sistema moral y a ellas, supuestas brujas, se las hacía desaparecer de la memoria. Esta película las devuelve a la vida». Hoy se ha presentado Akelarre en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián, una coproducción entre España, Francia y Argentina filmada en Euskal Herria y rodada en castellano y euskara. Akelarre cuenta un historia de brujería en el siglo XVII, sí. Pero también habla de unos hombres poderosos y armados que se llevan a un grupo de mujeres jóvenes para sus propios fines.
El director Pablo Agüero, de origen argentino, empezó a darle vueltas al tema hace ya diez años después de leer el libro de un historiador francés sobre la persecución a la que fueron sometidas las mujeres con la excusa de la brujería. Posteriormente cayeron en sus manos las memorias de Pierre de Lancre, el juez que recorrió Euskadi en 1609 interrogando a mujeres y quemando a decenas de ellas en la hoguera. «En el libro se ve un nivel de delirio casi poético», explicó Agüero, que se decidió entonces a que su historia transcurriera en el País Vasco.
La relación entre la supuesta bruja encarnada maravillosamente por Amaia Aberastusi y el juez (un muy creíble Alex Brendemühl), cada más más embaucado por su propia imaginación y por las falsas historias de la mujer, que quiere ganar tiempo, da mucho empaque a la película que gana en credibilidad según pasan los minutos hasta llegar a una escena, la del akelarre, que es su punto fuerte.
Para llegar a este resultado fueron rodadas cien horas y se barajaron finales alternativos hasta dar con éste propuesto por Agüero, que aboga por el poder de la imaginación en los malos momentos de la vida.
Amaia Aberasturi narró en la rueda de prensa que el rodaje en el interior de un sótano ayudó a la credibilidad de los personajes, ya que el trabajo resultaba francamente tenso.
La buena sintonía de su personaje con el juez encarnado por Alex Brendemühl traspasa la pantalla. A la valentía de la mujer se contrapone en este caso el mundo de los hombres representado en el juez. «Todos ellos son un desastre», ha reconocido Brendemühl.
La película ha terminado con aplausos del público y pronto inciará su andadura por las salas comerciales. Antes… a ver qué tal se le da el Festival de San Sebastián.
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