(Javier Herrero/EFE) Después de dos años muy duros de baja médica y recuperación en los que llegó a temer perder la voz, la soprano de Tolosa Ainhoa Arteta presume de una agenda llena de proyectos, sobre todo como recitalista, pero también contribuyendo a iniciativas que acerquen la ópera a todos los bolsillos.
«Estoy muy contenta porque, aunque este verano no me toca descansar, estoy de vuelta al panorama lírico y desde luego no estoy para irme», avisa en una charla con EFE ante su participación como protagonista de ‘La bohème’, de Giacomo Puccini, en el cierre del I Festival de Ópera de Verano que se desarrolla en el Teatro Marquina de Madrid.
Aunque la obra estará en cartel del 3 al 7 de julio, Arteta (Tolosa, Gipuzkoa 1964) interpretará a la delicada Mimí solo la última noche como un gesto hacia su amigo Emiliano Suárez, director de escena e impulsor a través de Ópera Garage y Okapi Producciones de esta idea de llevar la ópera fuera de los grandes teatros y hacerla accesible y cercana para más gente.
«Siempre me he sentido parte de esta historia, aunque no he actuado mucho en ella por mi calendario. Esta vez me calenté y le dije a Emiliano: Te vengo a hacer una Mimí«, cuenta la soprano sobre el origen de su participación en este cierre del ciclo.
Arteta se dice consciente de la importancia de que figuras como ella intervengan en este tipo de proyectos para atraer a un público nuevo. «En mis comienzos en EE.UU. yo también hice ópera en espacios alternativos. ¿Cómo no echar una mano en algo que no le quita nada a teatros como el Real? Todo lo contrario, solo suma, porque es una manera alternativa de enseñar y de que luego ese público vaya allí», argumenta.
Con un presupuesto limitado, sin ayudas públicas, no habrá ni orquesta, ni coro ni figurantes. «Y hasta los cantantes que participamos lo hacemos más por amistad», confiesa Arteta, tras asegurar que, igualmente, «jamás hay una producción pequeña para un artista porque la exigencia es la misma ya que el rol es el mismo y hay que cantarlo».
«De hecho, somos muy rigurosos con lo que hacemos porque cuando lo haces en un teatro tan pequeño, el público te tiene muy cerca y se produce más magia que en uno más grande en el que cuesta ver las expresiones. Y por mi experiencia sé que cuando acercas mucho el género a la butaca, se disfruta más», añade esta soprano de talla internacional.
Por otro lado, sacar obras históricas como ‘La bohème’ de los (a veces) rígidos límites que impone el público de los grandes teatros líricos tiene sus ventajas, como la flexilibilidad para rediseñar planteamientos escenográficos y actualizarlos. En este caso, por ejemplo, Mimí pasa de costurera a estilista.
«Y ‘La bohème’ es de las más fáciles de actualizar porque grupos de bohemios han existido siempre, en la época de Puccini y ahora también. Se podría hacer hasta en el espacio», considera la cantante.
Lo que para algunos podría ser una desventaja (no contar con el apoyo de una orquesta que envuelva las voces) para Arteta es una circunstancia que permite «jugar más». «Es como trasladar la ópera al recital», explica, antes de añadir que así tampoco hay cabida para «un director kamikaze, que los hay, que te lanzan a la orquesta como a los leones; en ese sentido, se puede disfrutar más el canto».
En el verano de 2021 un cólico nefrítico la condujo al hospital, a un fallo multiorgánico y a una larga convalecencia médica en la que llegó a estar seis días en coma inducido, del que se despertó con el cuerpo y la voz tocados, por lo que debió volver a someterse a intervenciones y más tiempo de reposo.
Ahora afirma que ha decidido centrar su carrera en su faceta de recitalista, que llenará su agenda de julio y agosto. «Haré dos óperas al año como mucho», anticipa Arteta, ya plenamente recuperada, con la idea también de grabar algunos discos próximamente.
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