«Me impresiona recibir el Premio Donostia, he visto la lista de quienes lo tienen y todos son estrellas, será la primera vez que se lo dan alguien marginal como yo, que trabaja para al cine pero no gana dinero con ello». La cineasta belga Agnès Varda recibirá esta tarde el galardón en el Teatro Victoria Eugenia, «un regalo» que acepta «con modestia».
El Premio Donostia no será el único que reciba este año, ya que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood le entregará un Oscar honorífico en noviembre por el conjunto de su carrera. Doblemente meritorio en su caso y no sólo porque es mujer, también porque es políticamente incorrecta tal y como ha demostrado durante su encuentro con la prensa en que ha cargado contra la publicidad, «podría ganar dinero pero no quiero vender jamones», y donde ha abogado por mirar la realidad desde un punto de vista optimista y preferiblemente con risas.
«Cuando empecé había tres o cuatro mujeres en Francia que se dedicaban al oficio. Yo quería hacer un cine radical. Mi primera película, en 1954, ya lo era. Yo sugería a las mujeres que estudiasen cine. Cualquiera puede hacer cine, pero las mujeres no se atrevían. Hoy es un centenar», ha narrado esta cineasta que se vio incluida en la Nouvelle Vague.
Su trabajo cinematográfico más reciente, ‘Visages, Villages’, codirigido con el joven artista JR, se ha estrenado en el marco del Zinemaldia y ha sido producido por su hija. En el citado documental ambos recorren en una furgoneta diferentes lugares de la Francia rural y dan voz a las personas que los habitan.
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