Ion Urrestarazu es el nombre propio que se encuentra detrás del blog Donostiando, que desgrana capítulos poco conocidos de la historia donostiarra con una pasión que no oculta y que le ha acompañado también durante el confinamiento. De hecho ha dedicado estos meses a trabajar en nuevos capítulos sobre la Guerra Civil con intención de postularlos para el Boletín de Estudios Históricos de San Sebastián.
Esta misma semana Urrestarazu ha presentado en Tomasene su libro «Altza durante la guerra civil española«, de la mano de Altzako Historia Mintegia, entidad con la que lleva años trabajando.
Pese a los muchos adeptos que no faltan a citas así, Urrestarazu lamenta que a día de hoy la historia de Donostia no interesa a los donostiarras más allá de sus tópicos que en muchos casos desmonta (afirma que la ‘Belle Époque’, por ejemplo, fue una etapa dura para los habitantes de la ciudad). Y lamenta la situación de Urgull y Ulia, cuya valía histórica debería quedar recalcada en ambos enclaves.
¿Cómo afectó el confinamiento a su trabajo?
En principio, no me afectó gran cosa. Para mí el confinamiento no ha sido tan traumático, ando siempre a caballo entre libros y ordenador. Se me pasó el tiempo prácticamente volando. Además tenía que ultimar algunos trabajos para AHM, e ir preparando materiales para varios proyectos…
¿En qué proyecto trabaja ahora?
Cuando termine con la presentación del libro sobre la Guerra Civil en Altza dedicaré el resto del año a avanzar en unos trabajos de estudio sobre temas de la Guerra Civil para los que llevo años reuniendo información con intención de postularlos para que sean publicados en el Boletín de Estudios Históricos de San Sebastián. Y entremedias iré recabando para AHM y Donostiando documentos y noticias que vayan surgiendo, además de echar algún capote a algún colega también dedicado a la divulgación de temas locales.
¿Fue el caso de Altza distinto al de los demás barrios donostiarras durante la Guerra Civil?
Pues sí. Hay que tener en cuenta que Altza, en los tiempos de la Guerra Civil, no era un barrio, sino un pueblo con ayuntamiento propio desde 1879. Con una población unos 5.500 habitantes abarcaba el territorio hoy dividido por los barrios de Altza, Bidebieta-Miracruz, Intxaurrondo y parte de Martutene. Si nos fijamos en el mapa de la Memoria Histórica del Ayuntamiento de San Sebastián, se ve sobre este enorme territorio un vacío llamativo.
En cuanto a la vida de la localidad, estaba orientada a caballo entre lo industrial, lo portuario y lo rural. En ese sentido se da la situación de dos sociedades encontradas: una población migrante, muy activa sindicalmente, y otra rama: católica, tradicional y vasca. En sí era una bomba de relojería que, por suerte, no llegó a estallar con extrema violencia, aunque sí se dieron algunos sucesos más o menos graves.
En cuanto a lo que representa el período de la Guerra Civil para Altza, no fue especialmente cruento, dándose, según cifras actuales, escasa mortandad entre los naturales. Si bien hay que proseguir profundizando en el tema para llegar a tener una certeza plena sobre este asunto. El resto de la represión se centró mayormente en lo económico y obviamente hubo cárcel para algunos de los habitantes.
En cuanto a cómo pasó Altza a ser parte de San Sebastián es un tema bastante oscuro, ordenado desde el Ministerio del Interior, lleno de movimientos rápidos y obviando quejas del vecindario al que no se consultó. La fusión llegó a formalizarse de manera forzada en 1940, cumpliéndose precisamente 80 años justos en las fechas en que iba a celebrarse la presentación original, suspendida por la pandemia.
El blog Donostiando regala capítulos muy curiosos sobre la historia de la ciudad. ¿Cómo comenzó con este asunto?
Fue entre los años 2011-2012, cuando comencé a trabajar en la librería Zubieta. Allí Adolfo López Chocarro, que además de librero es historiador, me animó a divulgar. Como en aquellos tiempos, entre contrato y contrato, había largos lapsos de paro a causa de aquella crisis interminable, dedicaba mi tiempo a realizar paseos y a hacerme preguntas sobre edificios, monumentos, etc. Aprovechaba para fotografiarlos, y luego, en casa, localizaba la información de época gracias a los archivos locales y procedía a subir los datos al blog. Así fue el comienzo de Donostiando. A partir de ahí, poco a poco empecé a animarme a escribir artículos para incluirlos en el blog. Posteriormente conseguí publicar algunos de ellos en prensa, el primero de ellos en 2016, en El Diario Vasco. Y así, en esa misma línea, prosigo en la actualidad.
¿Se dedica profesionalmente a la historia?
Comencé a dedicarme a la historia como afición, pues yo no soy historiador, soy diseñador gráfico, y de ahí he proseguido como dependiente en el sector del libro. Como ya expliqué, entre trabajo y trabajo, me dediqué a la divulgación. Pero en estos últimos años, entre artículos publicados y algunas colaboraciones, los beneficios surgidos han sido un añadido más para ir sobrellevando la actual catastrófica situación laboral. Pero no lo tomo como un oficio, creo que eso arruinaría la magia.
¿Somos los donostiarras conocedores de la historia de nuestros antepasados más allá de la quema de la ciudad de 1813?
Aquí hay que ponerse serio y la respuesta es no. En general a los donostiarras parece que la historia les importa más bien poco, especialmente los más jóvenes. Aunque hay una minoría de resistente de distintas generaciones que aportan algo de esperanza y van más allá de los manidos tópicos históricos.
Por un lado del San Sebastián anterior a 1813 muy poco saben los ciudadanos al respecto. Sobre lo acontecido en 1813 muchos se limitan a conocer la historia gracias a las fiestas de conmemoración del 31 de agosto. Por cierto, sobre el hecho recomiendo la web de José Mari Leclercq sobre San Sebastián 1813, toda una enciclopedia. Y de 1813 en adelante, el público conoce la historia a tropezones, según épocas.
Se sabe algo de algunos aspectos conceptuales de la última Guerra Civil a caballo entre lo fílmico, la propaganda o los vagos recuerdos familiares, si los hay. Luego está el obnubilamiento con la «Belle Époque», más estético que otra cosa, pues fue una época difícil para buena parte de los donostiarras y se empeñan en pintarlo como una era dorada a causa de todas las grandes obras del momento que aún perduran. Y parece que, de todo lo expuesto, el público, salvo perentoria curiosidad, no sale. Y San Sebastián tiene una historia tan rica en todo lo que uno puede imaginarse… ¡Ojo! Rica tanto en lo bueno como en lo malo.
Como paseante por Donostia, ¿qué recomienda a los curiosos para introducirse en su historia?
Yo recomiendo algo muy sencillo: ser curioso. Si los lectores siempre hacen el mismo camino en sus paseos, ya sea en los barrios donde vivan u otras partes de la ciudad, y están aburridos porque se saben de memoria el recorrido, les recomiendo que empiecen a observar para hallar los detalles más absurdos: que miren hacia arriba y tal vez descubran una placa olvidada; que miren hacia abajo y tal vez encuentren una boca de registro de un tranvía que no pasa por la zona desde hace unos 60 años. Si alguno presta atención le puede pasar como a mí, que encontré las marcas de una bomba caída desde el cielo un 13 de agosto de 1936. Y para aquellos que viven en el extrarradio, el mensaje es el mismo, allí también hay historia, tan importante como la del centro de la ciudad.
El siguiente paso es hoy obligado: Internet. Principalmente porque tal vez alguien ya haya escrito sobre la curiosidad del lector. Si la curiosidad hallada tiene fecha: hemeroteca digital, de manual. También vale el preguntar por la calle. La nunca tan ponderada sabiduría popular ayuda lo suyo, pero solo en los barrios te puede suceder esto con facilidad. En el centro no va quedando ya «gente de toda la vida».
Un paso más grande es, si al lector ya le ha picado el gusanillo por la historia local, saltar a la inmensa colección de libros y estudios de la historia de San Sebastián. Si no están digitalizados, la red de bibliotecas de la Biblioteca Municipal tiene un amplio surtido prestable. O comenzar a hacer la propia colección adquiriendo los libros en las cada vez más escasas librerías, y de paso ayudar al gremio que buena falta le hace. La mayoría de los trabajos realizados son amenos de leer y no suponen un reto para el lector no especializado historia.
¿Cree que se podría ‘explotar’ (en el buen sentido) el patrimonio donostiarra y aprovechar su vertiente histórica como modo de ocio?
Es indudable, y hay quien ha evolucionado sobre ese sentido, adaptándose muy bien a los tiempos en que vivimos. Ejemplos son las «escape room» que, entre las temáticas que abarcan, también han tirado de historia local. Otro son las rutas guiadas temáticas. No confunda el lector estas rutas con la típica ruta del turisteo que tan mala fama tiene, de altavoz y banderita. En el concepto de ruta guiada temática tuve el gusto de colaborar con Oh My Walk documentando algunas de sus rutas, y fueron un éxito de público, como las del cementerio de Polloe, «San Sebastián en Femenino» y «San Sebastián Oscura», esta última nocturna y de tono siniestro.
Por otra parte, no todo el monte es orégano, y ahí voy. Me dan pena por ejemplo Urgull o Ulía. Algo ya se podría hacer con estas ubicaciones. En el primero podrían hacerse recreaciones históricas y mejorar el museo un poco, que está muy descuidado y le falta rigurosidad. El segundo da pena verlo, más abandonado todavía que el anterior, ¡con lo que fue! Hoy son poco más que miradores, y salvo algunas iniciativas casuales a título particular y excursiones deportivas, poco se hace.
¿Hay alguna iniciativa de las instituciones que te haya gustado en ese sentido?
Algunas instituciones públicas parece que en los últimos años se han puesto las pilas. El caso de Polloe es uno de los más destacados. Un cementerio como el que tenemos, considerado importante, tanto en los artístico e histórico, estaba culturalmente abandonado a su suerte. Y con tantas historias y personajes conocidos ocultos allí, además de su particular belleza, merecía bien que se hicieran rutas, como en otros cementerios famosos. Al principio hicieron una guía, y luego pasaron a probar la ruta que documenté para Oh My Walk. Puedo decir, con orgullo, que la ruta gustó y quedó institucionalizada.
Otras iniciativas han sido las jornadas de puertas abiertas, o el acceso a edificios históricos e institucionales. Desde las ya conocidas visitas al Ayuntamiento y la Diputación hasta las jornadas en el Cuartel de Bomberos o del Acuartelamiento de Loyola. En estas visitas siempre se aprende algo además de acercar al ciudadano a la institución, su historia y sus funcionarios.
Volviendo al libro sobre la Guerra Civil en Altza. ¿Cómo surgió esta obra?
Surgió a partir de varias reuniones con la asociación Altzako Historia Mintegia (AHM). Yo comencé a colaborar con ellos hará dos o tres años, transcribiendo testimonios de audio-vídeo realizados a ancianos de la zona. Como en muchos aparecían noticias de la Guerra Civil, solía dejar pies de nota con acotaciones, fechas o sucesos que podrían encajar con lo narrado. Posteriormente, y con relación a mi blog, comencé el proyecto de recopilar datos de las hemerotecas del período de la guerra para AHM, recogiendo toda mención a Altza y su entorno. Este último trabajo todavía estaba en proceso cuando se comenzó a plantear la idea de un libro, pasado ya el verano de 2018. A partir del año siguiente surgió también el plan de hacer una ruta sobre la Guerra Civil en parte del distrito, coincidiendo con las fechas del 80 aniversario del final de la guerra. Y entre la documentación para realizar la ruta y los preparativos vimos que ya había unos 100 folios reunidos. A raíz de este texto, el trabajo fue tomando forma hasta convertirse en el libro, que fue terminado entre diciembre de 2019 y enero de este año.
El libro no es una obra definitiva ni busca serlo. Y está destinado tanto al público aficionado a la historia como para el universitario.
¿Cómo se ha documentado y qué le ha llamado más la atención al hacerlo?
En cuanto al tema de la documentación ha sido bastante fácil, la verdad. Hay que tener en cuenta el gran apoyo que he recibido por parte de Altzako Historia Mintegia. Durante sus más de 30 años de experiencia han ido reuniendo toda clase de testimonios y documentos, además de haber realizado algunos estudios muy completos que han facilitado las cosas. A esto hay que sumar la inestimable ayuda de Iñigo Landa, miembro de AHM, por su conocimiento del inmenso fondo de la asociación y su experiencia realizando estudios.
¿Algo que me llamó la atención? Durante el trabajo salió la noticia de que se había procedido a la digitalización del fondo del Gobierno Vasco en el exilio. Era una buena noticia, ya que tenía un capítulo sobre los altzatarras que se refugiaron en Vizcaya y posteriormente pasaron al exilio en Francia, del que prácticamente no teníamos más información. Así pues, consulté unas 45.000 fichas y otros tantos documentos para hacer un capítulo completo y que pusiese en relieve el destino de algunos de aquellos altzatarras que abandonaron la localidad en septiembre del 36.
¿Cómo editó el libro?
El libro ha sido editado por AHM con el apoyo de una subvención concedida por Donostiakultura. Dado los costes de impresión, se ha procedido a imprimir una tirada de 100 ejemplares, de los cuales algunos quedarán distribuidos en las bibliotecas de San Sebastián.
¿Dónde se puede comprar?
El libro se puede adquirir tras contactar por correo electrónico con Altzako Historia Mintegia. En el caso de agotarse la edición, y si hay una demanda significativa, se considerará la posibilidad de una nueva reimpresión al nuevo precio que resulte. Y si no pueden adquirir el libro en especie, puede descargarse en la web de la asociación en sus versiones Pdf y Epub.
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