(EFE). Un ciudadano francés que intentó matar a otro hombre en Irun arrojándolo al vacío desde una altura de casi tres metros se ha conformado este miércoles con una condena de dos años y medio de prisión como responsable de un delito de homicidio en grado de tentativa. La víctima sufre graves secuelas.
Inicialmente, la Fiscalía reclamaba siete años y medio de prisión para este hombre, sin embargo ha accedido a reducir su petición de condena después de que el acusado haya reconocido los hechos y se haya comprometido a compensar a su víctima con 12.000 euros más los correspondientes intereses legales. Además el tribunal le ha sustituido la pena de cárcel por la expulsión de nuestro país durante un período de seis años.
Los hechos, que han sido enjuiciados en la Sección Primera de la Audiencia Provincial, sucedieron pasadas las 00.15 horas del 2 de julio de 2019 cuando, según el escrito de acusación de la Fiscalía, el procesado y su víctima tuvieron una discusión en una calle de la localidad fronteriza.
En el transcurso de la disputa, el inculpado arrojó al vacío «por encima de una barandilla» a su oponente «con ánimo de atentar» contra su vida, desde una altura de 2,75 metros.
La víctima cayó al suelo «malherida», con un grave traumatismo craneoencefálico y múltiples fracturas costales, y quedó tendida en la calle mientras el acusado abandonaba el lugar «apresuradamente».
El herido fue evacuado a un centro hospitalario donde le realizaron una intervención quirúrgica «de urgencia» en la que se le practicó una «amplia craniectomía anteroposterior» con «apertura dural, evacuación de colección hemática subdural, hemostasia exhaustiva» y la colocación de un catéter, mientras que el resto de fracturas recibió un «tratamiento conservador».
Tras este incidente, el hombre permaneció doce días ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y tardó otras 254 jornadas en estabilizarse, 18 de las cuales supusieron una pérdida muy grave de su calidad de vida, otras 45 grave y 191 moderada.
A raíz de lo sucedido, el perjudicado padece «graves» secuelas como una alteración moderada de sus funciones cerebrales superiores e «incapacidad» para realizar «cualquier tipo de trabajo, actividad profesional o la totalidad de las tareas del hogar», entre otras.
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