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Tribunales

A juicio la muerte del hombre apuñalado 41 veces en la Plaza Cataluña

La agresión tuvo lugar el 14 de marzo de 2020

Archivo. Foto: Ertzaintza

(EFE). La muerte de un hombre, ocurrida la madrugada del 14 de marzo de 2020 en la Plaza de Cataluña del barrio donostiarra de Gros, donde falleció tras recibir 41 puñaladas, será enjuiciada por un tribunal del jurado desde el próximo lunes hasta el 4 de marzo en la Sección Tercera de la Audiencia de Gipuzkoa.

El acusado de este crimen se enfrenta a una petición de 25 años de cárcel por parte de la Fiscalía, que le imputa un delito de asesinato y que también solicita que compense con un total de 110.000 euros a la familia del fallecido.

Junto a él, en el banquillo de los acusados se sentará también su novia, para la que el Ministerio Público reclama un año y medio de prisión por un delito de encubrimiento.

Está previsto que la elección del jurado y su constitución ocupen buena parte de la primera jornada de la vista oral, por lo que previsiblemente las declaraciones de los acusados no tengan lugar hasta el próximo martes.

Según el escrito de acusación provisional de la Fiscalía, al que ha tenido acceso EFE, los hechos sucedieron de madrugada cuando, tras haber cenado con unos amigos, la víctima, de 47 años, acudió en solitario a un pub de Gros, donde consumió distintas bebidas y entabló conversación con algunas personas, además de bailar «con varias chicas».

Sobre las 4.50 horas, la víctima decidió subir a un reservado del local en el que se encontraban la novia del presunto agresor y otra mujer, que no ha podido ser identificada, con la que acudió a la barra para pedir una consumición.

Al regresar, ambos se toparon en el mismo lugar con el procesado, de 25 años. Transcurrido un tiempo, la víctima «invitó» a bailar a la novia de éste, circunstancia que motivó un «cruce de palabras» entre ambos varones tras lo que el inculpado le pidió que «se separara» de la chica.

El interpelado abandonó el lugar, pero regresó en un momento en el que el novio de la mujer se había ido al aseo. Al volver del baño, éste se mostró «alterado y agresivo» y pidió a su pareja que «se fuera sola a casa».

No obstante, ante el temor de que su novio fuera a «pegarse» con alguien, lo cogió del brazo y consiguió llevárselo del bar, para acudir al domicilio del acusado, donde éste, según el documento, «se cambió enteramente de indumentaria», tomó «un cuchillo de grandes dimensiones de un solo filo» y abandonó «de manera sorpresiva» la casa para regresar al pub.

Ocultando su rostro con una capucha, el encausado localizó «inmediatamente a su objetivo», describe el texto del fiscal, habló durante un minuto con él, se dirigió a la salida del establecimiento e hizo un gesto a su víctima, quien le siguió «tambaleándose» debido «al alto grado de intoxicación etílica que sufría».

Seguidamente, ambos caminaron hasta la Plaza de Cataluña, donde la víctima pidió «perdón» al acusado, quien, no obstante, «aprovechándose de la merma de las facultades físico-psíquicas» y de la «nula capacidad de defensa» de su oponente, presuntamente comenzó a apuñalarlo «guiado por un evidente ánimo de matar», ejecutando un «plan» que previamente «había ideado».

El documento explica que el inculpado asestó «hasta 41 cuchilladas», la mayoría de ellas en la espalda, a su víctima, mientras se encontraba «en un plano inferior, tendida en el suelo e intentando defenderse», ya que «interpuso su mano derecha y antebrazo izquierdo con el fin de repeler inútilmente los ataques del acusado».

Entre otros lugares del cuerpo, una de las puñaladas alcanzó al damnificado en la cabeza, donde la punta del cuchillo quedó «clavada».

La Fiscalía considera que «el desarrollo de los acontecimientos y el número de cuchilladas asestadas» fueron «fruto de un metódico y frío proceder» del acusado que presuntamente perseguía causar «un sufrimiento adicional, ensañándose con él en los prolegómenos de su muerte, mediante las interminables puñaladas que le asestó».

El Ministerio Público añade que la novia del acusado, al que conocía desde hacía dos meses, lo vio al regresar a la vivienda con un arma y sus ropas «manchadas de sangre», momento en el que éste le dijo que «había un tipo muerto en la calle», tras lo que presenció cómo el hombre se desnudaba y metía sus prendas «en varias bolsas de plástico».

Al día siguiente, la mujer le acompañó a un centro comercial para comprar un paquete de tiritas para los «cortes en las manos» que tenía.

La Fiscalía concreta además que, cuando fue interrogada por la Ertzaintza por estos hechos, ella presuntamente «guardó silencio» y persistió en su actitud «pese a ser informada de que podría incurrir en un delito de encubrimiento».


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