Donostia desértica durante el confinamiento. Foto: Santiago Farizano
Viernes, tarde soleada, el momento más esperado de la semana por casi todos. Y la Parte Vieja de Donostia como un decorado sin vida, con sus bares y sus plazas intactos. Algún vecino observa desde el balcón todavía incrédulo: la zona saturada nunca estuvo tan solitaria. No se ven ni paseantes con su perro y a los columpios de la plaza Zuloaga no los mueve ni el aire esta tarde. Silencio.
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