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Historias postconfinamiento

«17 años sin echar el primer trago» de la mano de Alcohólicos Anónimos

Desde el grupo de Ibaeta en Donostia lanzan un mensaje: pasado mañana, como todos los primeros viernes de cada mes, hay reunión abierta para quien quiera conocerlos o para quien "sienta que ha tocado fondo"

Foto: Alcohólicos Anónimos

«Por primera vez durante la Alerta Sanitaria no pudimos celebrar reuniones de Alcohólicos Anónimos«, explica Julián Sánchez a DonostiTik. Es un hecho que padeció la asociación en todo el mundo y para que el mal fuera menor se suplió esa falta con vídeo llamadas. «Pero no era igual porque es importante mirarnos a los ojos», añade. Ahora, retomada esta extraña normalidad, los grupos de Alcohólicos Anónimos han recuperado su dinámica y desde el grupo de Ibaeta lanzan un mensaje: pasado mañana, como todos los primeros viernes de cada mes, hay reunión abierta para quien quiera acercarse a conocerlos o para quien, tal y como les ocurrió a ellos, «sienta que ha tocado fondo». La cita es a las 19.15 horas en la parroquia de Ibaeta.

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Hay 38 grupos de la asociación en Gipuzkoa, una decena en Donostia. El de Ibaeta nació hace algo más de diez años de la mano de cuatro personas y pasados cinco años ya eran 33 los miembros habituales. «No siempre acude gente de los barrios más cercanos. Hay quien prefiere ir a las reuniones de otras zonas para pasar inadvertido», explicó Sánchez. Ahora, con la crisis sanitaria, si se reúne un grupo grande se distribuye en varias estancias de los salones parroquiales.

«Lo más difícil es pasar la puerta. Hay que haber tocado fondo. Es haber vivido el infierno en vida«, narró Julián Sánchez para DonostiTik.

Él mismo considera que su experiencia es muy común entre quienes han caído en la red del alcohol. «Empiezas a salir con 16 o 17 años y temprano notas que tienes lagunas, te metes en jaleos y por la mañana te quieres morir. Salía de juerga el viernes y volvía el lunes, aunque entre semana no bebía y hacía deporte. Pero si tenía una comida el jueves al mediodía ya no iba a trabajar por la tarde ni al día siguiente. Llamé a Alcohólicos Anónimos tras una borrachera».

Ahora lleva 17 años sin beber con el convencimiento de que lo importante es «no echar el primer trago«. Una premisa que se graba a fuego todos los días. «Es una enfermedad incurable, progresiva y fatal. Pero se puede parar. ¿Cómo?, no tomando el primer trago».

¿Son tan importantes las reuniones de Alcohólicos Anónimos?, solo quienes han pasado por ese «infierno en vida» saben que sí. Cuenta Julián que a los seis meses de no beber llegó Navidad y pasó las fiestas sin tomar una gota de alcohol. «De pronto lo tuve claro: si ya no bebía, podía dejar las reuniones. Y esa misma tarde, Día de Reyes, volví a beber y pasé los peores seis meses de mi vida. Al final volví con vergüenza y me dieron un cigarrillo que se me caía de las manos».

Hace seis años Julián Sánchez se casó, se fue de Luna de Miel al Extranjero y pasados varios días buscó en internet un grupo de Alcohólicos Anónimos para acudir a un encuentro. «La asociación tiene presencia en todo el mundo y cada país tiene sus particularidades. Aquí se busca el anonimato. En países como Estados Unidos, por ejemplo, donde nació el movimiento en 1935, los ex alcohólicos llegan hasta al puerta en su propio coche y en las entrevistas de trabajo se habla del tema».

Una particularidad del programa de la asociación resulta muy llamativo: la rehabilitación incluye buscar a las personas a las que se ofendió durante la crisis y pedirles perdón. Por eso resultó tan importante para Julián que todos acudieran a su boda. «Cuando caes en el alcohol la gente sale corriendo. Te deja de lado. Era insoportable y nadie quería estar conmigo. Muy pocos se quedaron. El día de mi boda, después de haber trabajado en ello y haber pedido perdón, viendo a todos, supe que realmente había hecho borrón y cuenta nueva».

Algo pone en relación a los alcohólicos de todo el mundo, según Sánchez: «Somos enfermos emocionales. Veo a mis sobrinos de 16 años y son más maduros de lo que era yo con 35. Era hipersensible, estaba contento y al minuto de bajón. El alcoholismo es un síntoma, bebes porque estás jodido y eso hace que la vida se vuelva ingobernable. Tenemos personalidades adictivas».

Pero se sale si se quiere salir. Y como dice Sánchez «te cambia la cara». «Alcohólicos Anónimos es el mejor centro de belleza del mundo«, afirma con rotundidad. Es lo que tiene abandonar la angustia.

 


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