Paco Bienzobas, uno de los primeros grandes mitos de la Real Sociedad, nació otro 26 de marzo como hoy, el de hace 110 años, y esta coincidencia nos sirve como gran excusa para recordarle. Jugadorazo de ataque, quizá los hubo mejores, pero es imbatible como pionero en varios aspectos: fue el máximo goleador de la edición inaugural de la Liga española; sigue siendo el único ‘Pichichi’ que ha tenido el equipo donostiarra en Primera; y fue él quien inauguró el casillero anotador del dos clubes en la máxima categoría, la Real y Osasuna. Una leyenda con mayúsculas.
LIBRO DE FAMILIA: Francisco Bienzobas Ocariz, de padres navarros, nació en Donostia el 26 de marzo de 1909. Se crio en el barrio de Amara, como sus otros dos hermanos futbolistas, Custodio (1906) y Anastasio, alias ‘Cuqui’ (1913). Todos ellos pasaron por la Real, con mayor o menor trayectoria; el 20 de marzo de 1932, en un choque contra el Racing de Santander, los tres Bienzobas coincidieron por primera y última vez en el mismo once txuri urdin.
LA FIGURA: nacido como extremo derecho, a menudo durante su carrera ocupó el puesto de interior izquierdo, una especie de mediapunta en aquellas alineaciones de cinco delanteros de su época. Es descrito como un atacante veloz, hábil e incisivo, pero sobre todo de enorme pegada, lo que le permitió celebrar muchos más goles de los razonables para su rol. Con los blanquiazules sumó 109 tantos en 196 partidos oficiales, de ellos 39 goles en 70 choques ligeros de Primera (por entonces solo se disputaban 18 por campaña).
Se dice que lanzó 75 penaltis en su trayectoria deportiva y que solo falló uno. Aun contando los amistosos, parece un dato exagerado incluso más allá del increíble porcentaje, pero eso no quita para que fuera un gran maestro de la especialidad. Desde los once metros logró uno de los dos goles que consiguió como internacional en otros dos partidos con España. Fue el 16º jugador de la Real en debutar con la Selección.
EL VIAJE DEPORTIVO: a los 14 años, Paco ya jugaba en la extinta Unión Deportiva de San Sebastián. También jovencísimo, a los 17, debutó en partido oficial con su Real Sociedad. Sucedió el 10 de octubre de 1926 contra el Real Unión, pero aquella fue su única aparición en el primer equipo durante la campaña 1926-27. Se hizo indiscutible y legendario en las siguientes cinco temporadas en el club, hasta la 31-32. Vivió como txuri urdin la primera edición de la Liga española (1929).
En septiembre de 1932, tras desavenencias del goleador con el entrenador inglés Harry Lowe, los tres Bienzobas fueron traspasados en bloque a Osasuna, entonces equipo de Segunda, a lo que sin duda contribuyó el origen navarro de sus progenitores. Paco celebró el ascenso rojillo al tercer año allí, y disputó una campaña en Primera con los pamploneses (35-36). Después, la Liga se suspendió por la Guerra Civil y, tras esta, el fuera de serie retornó a la Real, que en ese momento también había bajado a la categoría de plata.
DE JUGADOR A ÁRBITRO… E HINCHA: en la primera de sus dos últimas campañas como profesional, Francisco y sus compañeros devolvieron a la escuadra donostiarra a la elite (40-41), pero nuestro protagonista apenas jugó en la segunda (41-42), y el equipo volvió a bajar. Después de esto, Bienzobas colgó las botas en 1942, a los 33 años, tras haber conseguido con los txuri urdin dos campeonatos regionales de Gipuzkoa (1926-27 y 1928-29), un subcampeonato de Copa del Rey (1928) y un tercer puesto en Liga (1930-31), empatado a puntos con primero y segundo.
Pero Bienzobas dejaba los remates, no el fútbol. Pronto emprendería la vía del arbitraje, y en 1948 llegó a Primera también por ella. Se dice que fue uno de los mejores trencillas de la Liga, y siguió con el silbato a cuestas hasta mediados los 50. Más tarde, abandonó la necesaria objetividad y se instaló como forofo en las gradas de Atotxa, incluso junto a sus nietos en sus últimos años.
OFICIOS COMPLEMENTARIOS: como dice el tópico, eran otros tiempos. De jovencito, antes de llegar al primer equipo realista, los directivos de la Real consiguieron convencerle de que se dedicara en serio al fútbol y al club, pues trabajaba como pianista en el balneario navarro de Betelu. A finales de 1935, cuando jugaba en Osasuna, aprobó unas oposiciones para guardia municipal en la capital donostiarra, pero no ejerció porque ahora su ciudad era Pamplona. Y en el último tramo de su vida futbolística, de vuelta a la Real, trabajaba a la vez en la Tabacalera…
AQUEL ‘PICHICHI’: entre febrero y junio de 1929 se organizó por fin la primera Liga española, con solo 10 equipos en Primera División, elegidos por méritos anteriores. Uno de ellos fue la Real, que terminaría en 4º puesto de la tabla, empatado a puntos con el Athletic, el 3º.
Pero además, nuestro Bienzobas se proclamó artillero máximo del campeonato inaugural. Técnicamente no deberíamos llamarlo ‘Pichichi’, porque esa denominación oficial no se adoptó hasta los 50. Da igual: es el primer máximo goleador que ha habido, y por ahora el único txuri urdin que ha podido presumir de ello.
El problema es garantizar cuántos goles marcó exactamente en los 18 partidos que disputó, todos los de aquella Liga. La cifra más repetida es 14; según las estadísticas oficiales de la Real –que coinciden con lo que hemos encontrado en las crónicas de época-, fueron 15; otras fuentes hablan de incluso 17. Es un detalle menor, porque cualquiera de las tres cantidades le habría bastado para mirar al resto desde arriba. Si atendemos a los 15 que hemos visto revisando la prensa de 1929, se repartieron así, definiéndole como jugador muy completo: cuatro de penalti, dos de falta, otros tantos de cabeza y los siete restantes con el pie y en jugada viva, algunos en trallazos lejanos.
Y AQUELLA FINAL: meses antes de despuntar como goleador, Paco Bienzobas participó con su Real Sociedad en la que quizá sea la final copera más famosa de todos los tiempos. Fue aquel triple duelo contra el FC Barcelona en 1928, que duró tres partidos –el primero y el último, separados por 39 días-, y que terminó en derrota txuri urdin.
Hablamos de aquella final en la que el poeta gaditano Rafael Alberti se inspiró en el portero culé Platko para una de sus más célebres composiciones, aunque este solo jugara el primer partido. El hernaniarra Gabriel Celaya respondió a su oda con una ‘contraoda’ en la que atribuía el revés no al guardameta húngaro, sino a “diez penaltis claros que nos robaron”. Volviendo al crack realista, jugó los tres encuentros, todos ellos en Santander, aunque no logró anotar en ninguno.
Dado que en aquella época no se había establecido la tanda de penaltis como desempate, las finales que terminaban en tablas se resolvían jugando otro partido. El primero y el segundo (20 y 22 de mayo) concluyeron 1-1, y para acometer el tercero hubo que esperar más de un mes (29 de junio), porque desde finales de mayo la Selección participaba en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam, es decir ‘el Mundial antes de que existiera el Mundial’. Por cierto que allí estuvo también Bienzobas, donde disputó el primero de sus dos choques como internacional. De vuelta al Cantábrico, la Real cayó por 1-3 en el tercer y último encuentro de la final.
PRIMER GOLEADOR DE PRIMERA EN DOS CLUBES: aunque se trate de un detalle más anecdótico, Real Sociedad y Osasuna comparten autor del primer gol de sus respectivas trayectorias en Primera División. Sí, se llama Paco Bienzobas. Con los gipuzkoanos, marcó la primera jornada de la citada Liga de 1929, un derbi contra el Athletic en Atotxa (1-1). Y, años más tarde, también entró en el álbum dorado de Osasuna al anotar el ‘gol del honor’ en la primera fecha de la campaña 35-36, cuando los rojillos cayeron por paliza en campo del Betis (5-1).
CRUEL PIRUETA DEL ADIÓS: a Bienzobas le sobrevino la muerte con 72 años, el 30 de abril de 1981. Es decir, cuatro días después de que el equipo de sus amores empatara en Gijón y se alzase con el primer título de Liga de su historia. En muchos lugares viene publicado que falleció poco después de que le comunicaran ese triunfo que tanto ansiaba.
Por desgracia, revisando la prensa de la época, no parece que fuera tan romántico. El gran Francisco sufrió un ataque de hemiplejía el 25 de abril, justo un día antes de la gran victoria realista. Y, según recoge El Diario Vasco de la época –que acababa de entrevistar al ex jugador-, siempre permaneció inconsciente de ahí hasta que se consumó la defunción, el 30 de abril. Por tanto, difícilmente le habría llegado la feliz noticia deportiva.
En el fondo, todos sabemos que lo sabe.
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