“Soy feliz. Me encanta mi trabajo. Y siento que cada día les estoy aportando a los chavales algo de mí, un tipo de conocimiento que amo, que me apasiona y respeto: el arte. Con los adultos me pasa lo mismo. Somos una pequeña gran familia en la que se junta gente con objetivos diferentes, pero que semanalmente compartimos un hobby que nos une y nos divierte. Para mí es maravilloso enseñar a un grupo de gente lo que yo más quiero”. Saioa Burutaran (Donostia, 1986) se ha dejado en el tintero un comentario final y manda por WhatsApp un audio con una defensa apasionada y emotiva de su proyecto profesional. No es para menos. El Estudio Arte Akademia, que prácticamente levantó con una mano delante y otra detrás en el barrio de Egia, cumple 10 años.
3.000 euros ahorrados, un puñado de flyers para repartir en los colegios y buzones de la zona y la ayuda desinteresada de una amiga. Eso era todo lo que tenía en 2013. Saioa abrió un pequeño local en el número 21 de la calle Ametzagaina con muy pocos recursos y una infraestructura muy limitada. Después de varios años fuera (Milán, Barcelona, Alicante) curtiéndose en el ámbito del diseño gráfico, la ilustración y la moda, decidió montar un negocio por su cuenta. “Tenía mis herramientas, y creía que podía aportar algo distinto. Haber trabajado en moda me dio el impulso para poder lanzarme con mi propio negocio. No todo el mundo tiene ese impulso y el atrevimiento necesario para enfrentarse a dar un paso así”, cuenta.
El barrio de Egia, más asequible que otras zonas céntricas de Donostia y sin competencia directa, se antojaba una solución razonable. “Fue una decisión estratégica en todos los sentidos. En el centro ya había dos academias de arte y coincidió que se había mudado bastante gente joven a Egia por el precio de la vivienda. También hay un montón de colegios a los que podía ofrecerles mis servicios. No habría sido lo mismo en otro barrio. Al principio era una rara avis, pero ya me siento parte de Egia. Soy una más”.
Los dos primeros alumnos de la academia, donde se imparten cursos de dibujo, costura y pintura, fueron Nico Lozano y Adriana Besné. Se da la circunstancia de que sus padres eran amigos entre sí, pero ninguno se lo había comentado al otro. “No sé si fue a raíz de un anuncio en Facebook, pero creo que les apuntaron porque vieron una academia diferente que podía aportar algo a sus hijos”. El boca a boca, subraya, ha sido clave para solidificar la trayectoria de un espacio artístico dirigido tanto a menores (a partir de los 10 años) como a adultos. Aproximadamente, un 80% de los asistentes de los cursos ofrecidos por Estudio Arte Akademia son mujeres.
No hay un límite de edad, pero la horquilla oscila normalmente entre los 30 y 40 años, quizás por el concepto “fresco” y “contemporáneo” que tratan de aplicar las distintas profesoras del centro. “Partimos de un elemento motivador, sobre todo en el caso de los niños. Suelen ser ellos los que eligen la temática, lo que es muy interesante. Los alumnos parten de algo actual que les gusta y les motiva y yo los acompaño en el proceso sumando mis conocimientos y proponiendo y enseñando distintas técnicas. Integrar todo esto es vital”. En resumen, se trata de una especie de filosofía de trabajo que viene recogida en su página web, elestudioarteakademia.es, bajo el siguiente lema: “Enseñamos los fundamentos del arte mientras fomentamos la creatividad”.
La pandemia supuso un mazazo, pero también se abrió una nueva etapa. Coincidió con la mudanza exprés de El Estudio al número 19 de la misma calle, donde antes había una tetería. Los alumnos disfrutan ahora de un local más holgado y amplio, que ocupa una superficie aproximada de 70 metros cuadrados. El décimo aniversario ya se ha despachado con un piscolabis entre amigos y un pequeño concierto. “Había que celebrarlo, es mucho tiempo y he puesto toda mi pasión en esto”, subraya Saioa Burutaran. El futuro de la academia pinta bien y se podría parecer a aquella canción de Neil Young, Vampire Blues, en la que habla de los buenos tiempos que están por venir. “Me encantaría seguir igual, haciendo lo mismo. Quizás sí me veo ofreciendo más talleres y workshops e invitando a más artistas y otros profesionales para conocer su manera de trabajar. Este verano hemos hecho un workshop con la pintora Maddi Zumalabe y ha sido genial”, culmina.
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