Martes, 28 de noviembre de 1978, Costa Azul francesa: llenazo en el polideportivo municipal de Antibes, a unos 900 kilómetros al este de Donostia. El potente Olympique local está obligado a remontar 5 puntos de desventaja si no quiere caer en su estreno en la Copa Korac de basket. Y delante se sitúan los autores del sorpresón de la ida, acontecido apenas siete días antes en el pabellón de Anoeta, en pie desde mucho antes que el estadio de fútbol. Es Askatuak, durante décadas la primera palabra que a cualquiera se le venía a la cabeza si juntaba las expresiones ‘baloncesto’ y ‘San Sebastián’.
En realidad, no hay color: los galos tienen a varios internacionales en plantilla, y suman muchos más centímetros, que en el mundo de la canasta no lo es todo, pero sí es bastante. Además, ese pequeño pero gran club gipuzkoano que dirige José Antonio Gasca -el señor que hoy da nombre a la cancha de Anoeta- no atraviesa su mejor campaña. Nunca le pierde la cara al encuentro, pero 39 puntos de diferencia (118-79 para el Antibes) dejan poco espacio para la retórica.
Sin embargo, aquellos humildes chavales y su ‘amigo americano’ Nate Davis acababan de poner un punto y aparte inimaginable en la historia de su deporte y de su tierra. Exactamente 40 años después, ese Antibes-Askatuak continúa suponiendo la última presencia gipuzkoana de un equipo masculino en competiciones europeas oficiales de baloncesto. Es cierto que el Gipuzkoa Basket tendría que haber jugado la Eurocup en el curso 2012-13, pues se había ganado la plaza con su excelente 5º puesto ACB de la campaña anterior. Pero ese problema transversal llamado dinero le obligó a renunciar y, por tanto, la estadística no ha variado.
Askatuak sigue en pie, aunque jamás volvió acercarse a semejantes cotas. En la Liga doméstica, esa misma campaña 78-79 descendió a la división de plata y, aunque se asomó muy fugazmente de nuevo a la máxima categoría (88-89), su primer equipo masculino fue bajando de nivel competitivo hasta asentarse como club amateur. Actualmente pelea en uno de los grupos de la actual Segunda División Nacional. Pese a su engañoso nombre, hoy día significa el sexto escalón del basket estatal.
Ahora mismo, la formación es su principal tarea. Pero hubo un tiempo en que la Bella Easo se codeó con la flor y nata del baloncesto, e incluso se movió más allá de la muga. Y quién mejor para describir aquella época que Iñaki Almandoz, el actual presidente de Askatuak… ¡que ya lo era entonces! Cuando empezó “tenía 27 años”, y sus allegados del club le habían trasladado “el marrón”, comenta con humor. Aprovechando el aniversario, él nos acompaña por la génesis de aquella gesta, forjada apenas cuatro años antes.
ALMA MATER Y ORIGEN: Almandoz no lo duda ni un instante. A su juicio, la clave del repentino éxito del ‘Askatu’ tiene nombre y apellido: José Antonio Gasca. Un personaje “irrepetible” e “insustituible”.
Gasca ya había sido el gran impulsor del baloncesto en Donostia, y regresó de entrenar en Francia para ser el capitán del nuevo buque. Cuando este fue botado, en 1975, aún no había recibido la bonita denominación de Askatuak (al principio llevó el nombre del patrocinador, Dicoproga). El inefable ‘míster’ repescó para el nuevo proyecto a jugadores gipuzkoanos que ya había dirigido en el Atlético San Sebastián, club polideportivo que él mismo había fundado en 1958. Algunos ejemplos fueron Shegun Azpiazu, pívot de 2,10 metros, Zabaleta o Galilea. El Atlético, también vivo hoy, llegó a jugar varios años en la Primera División española, pero su sección de baloncesto había desaparecido un par de años antes del surgimiento de la nueva escuadra.
El prócer ejercía oficialmente como entrenador y vicepresidente, pero era mucho más: buscaba fondos, y formaba canteranos “muy técnicos y muy buenos defensores”, destaca Almandoz, porque sus éxitos se basaban en una buena contención como base. Pero, por si fuera poco, la guinda era que “tenía un olfato especial para los americanos”, así como buenos colaboradores en EEUU, que le ayudaban a acertar con los fichajes. Los mejores ejemplos son las máquinas de anotar Dave Russell (jugó en Donostia el curso 76-77), Essie ‘Helicóptero’ Hollis (77-78) y Nate Davis (nuestro 78-79).
PRIMERAS MIELES INTERNACIONALES: El nuevo equipo representativo de Donostia debutó directamente en Segunda División, y sorprendió saliendo campeón en su primer intento, año baloncestístico 75-76. Ya en su entrada en Primera (76-77), equivalente a la actual ACB, el renombrado como Dico’s logró un increíble 5º puesto de 12 equipos (en aquellos tiempos no había playoff, era una liga pura y dura). Ese éxito le premió con un primer billete para la Copa Korac del curso siguiente.
La hoy extinta Korac era por entonces una competición aún tierna, creada en la temporada 71-72, pero que rápidamente había ganado en participantes y prestigio. Era un torneo internacional reservado a los que habían terminado en los mejores puestos de las ligas de cada país europeo, excluyendo al campeón de cada Liga (que jugaba la Copa de Europa) y al vencedor de cada Copa doméstica (que competía en la Recopa). Con diferencias, equivaldría más o menos a la Eurocup actual.
El curso 77-78 fue de doble estreno: tras caerse el patrocinador (y agonizar el Franquismo), el club decidió cambiar su nombre por el reivindicativo Askatuak. Y la escuadra hizo su primer vuelo de reconocimiento europeo en competición oficial: quedó emparejado en la Korac con el Berck del extremo norte galo. No pasó de la primera ronda, eliminado por los franceses por un ajustado global de 162-157. Pero en la Liga los gipuzkoanos volvieron a destacar con un nuevamente pletórico 6º puesto, que los metió otra vez en la siguiente Korac.
LA ÚLTIMA FRONTERA: Askatuak llegó a su segundo y último reto internacional flojo de ánimos. Exento en la primera eliminatoria europea 78-79, entró en escena en la segunda, ya sabemos que contra el Antibes. Y se presentó en el encuentro de ida en Donostia (21 de noviembre de 1978) tras haber perdido sus ocho primeros choques de la Liga doméstica…
“Ese año, tuvimos grandes problemas económicos”, rememora el presidente Almandoz. Paulatinamente, habían perdido jugadores importantes “que marcharon a otros equipos, o que fueron dejando la práctica del baloncesto”, como el gigante Azpiazu, “porque no vivían de esto”. De hecho, “era una propina, lo que se les daba”. Tiempos (mucho más) románticos. Por tanto, varios “jovencitos” tuvieron que dar un paso adelante quizá prematuro.
Además Essie Hollis, que había roto todas las plusmarcas anotadoras el año antes, se había marchado a jugar en los Rochester Zeniths de la CBA de su país. Y, por insólito que parezca hoy, su sustituto y compatriota Nate Davis tampoco funcionó del todo al principio. El atlético estadounidense, futuro ídolo en varios equipos españoles, terminaría liderando la Liga en puntos, con una astronómica media de 34,5. Pero venía de un año entero sin jugar, que pasó “trabajando de sheriff” en su patria (!). Así que le costó unos meses ponerse en forma y adaptarse a un tipo baloncesto nuevo para él.
Sin embargo, la campanada que dieron los de Gasca en Anoeta fue mayúscula, ante un pabellón solo a media entrada pero muy entregado. Los gipuzkoanos tumbaron a los galos (79-74) merced a un desenlace increíble, a seis minutos finales antológicos, en los que los adversarios no anotaron y los anfitriones pasaron de -11 a +5 puntos. El Olympique “se confió demasiado”, opina Almandoz, y le dieron semejante vuelta al marcador “a base de coraje”.
Una semana más tarde, en nuestro 28 de noviembre, fue la lógica la que se impuso. Lo más cerca que estuvo el ‘Askatu’ de la proeza fue el empate a 6 inicial, pero a los cinco minutos ya se le escapaba virtualmente la eliminatoria por primera vez (12-6). Los 21 de ventaja del entretiempo parecían un adiós anticipado, pues Davis no estaba fino y Galilea se cargó de faltas rápidamente. La segunda parte solo profundizó en la paliza.
Anotadores:
Olympique de Antibes, 118: Grzanka (16), Provillard (2), Vébobe (8), Dutto (-), Pardo (-), Gruda (15), Bonato (23), Cachemire (14), Brakes (16), Jones (24). Entrenador: Dorde Andrijasevic.
Askatuak, 79: Galilea (8), Bermejo (8), Echániz (6), Davis (26), Pérez (11), Ubarrechena (14), Porras (-), Uzcuden (-), Galdona (-), Oyono (2), Aldalur (4). Entrenador: José Antonio Gasca.
Y DESPUÉS: aquella derrota prácticamente marcó el fin de la edad dorada de Askatuak. Siguió luchando en la Liga 78-79, pero el equipo solo consiguió 3 victorias en 22 partidos, terminó colista y bajó. Gasca, que no eludía las polémicas, se fue enfrentando con los mandatarios del basket estatal, lo que tampoco ayudaba. Y, por si fuera poco, un derrame cerebral se lo llevó en 1982, cuando solo tenía 45 años y le faltaban muchísimas genialidades por materializar.
Como subraya Almandoz, Askatuak no podía ser igual sin él. La Liga totalmente profesionalizada que quiso Gasca, la ACB, era el nuevo nombre de la máxima categoría cuando los gipuzkoanos consiguieron retornar arriba (88-89), pero no lograron mantenerse y, con lógicos altibajos, fueron descendiendo hasta donde hemos visto.
No se puede pasar por alto la creación en 2001 de un nuevo club, el actual San Sebastián Gipuzkoa Basket, pensado precisamente para sustituir a Askatuak como referente máximo del baloncesto gipuzkoano. Sin muchos disimulos, en el curso 2001-02 se produjo el simbólico intercambio: Askatuak renunciaba a su plaza en la Liga LEB-2 (categoría de bronce) por falta de apoyos, y la adquiría precisamente su nuevo vecino. También con sus convulsiones, el GBC se ha consolidado, y participa en su 11ª campaña en la ACB.
Así es: el hoy Delteco GBC “nos ha sustituido en la responsabilidad de representar a la ciudad” y todo el territorio como club de elite, admite Almandoz. “En Gipuzkoa no hay espacio para dos”, sigue, y de hecho “ellos tienen suficientes problemas” como para tener que repartir recursos con otro. En el hoy conocido como Cafés Aitona Askatuak, mientras tanto, “nos hemos centrado más en lo formativo”. Es otro rol, es otra época. Pero también satisfactoria porque, al fin y al cabo, “lo que nos gusta es el baloncesto”.
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